Cultura y Sociedad

Pablo Torres publica “Pasos en la niebla”, su primera novela negra

Redactor durante muchos años del mítico diario Pueblo y enrolado actualmente en las filas de Carta de España, Pablo Torres comenzó su andadura por el mundo de la literatura en 1995, cuando publicó “El hongo de la sabiduría”. Un año después, puso en manos del público “En brazos de Carlota” al que siguieron la desternillante “El cuplé de la geisa”, “El Doncel”, obra que resultó finalista en el Premio de Novela Histórica de la Ciudad de Toledo y , en 2010, la todavía inédita “El ladrón de sueños”.

Contrario a las modas y a lo que él designa literatura industrial, Torres se ha movido siempre en el mundillo de las pequeñas editoriales, esas que aspiran a poco pero dan mucho a los amantes de lo disparatado, lo novedoso, lo “indi” y original desde la primera hasta la última página, tal vez porque los autores, sintiéndose a sus anchas, dan todo lo que almacenan en el caletre ya que poco tienen que ganar y menos que perder.

Con “Pasos en la niebla” (Ediciones Atlantis), Pablo ha puesto al frente de las pesquisas a Tadeus Kunzt, un investigador privado harto del tiempo que le ha tocado vivir pero en el que trata de sobrevivir sin venderse, a sabiendas de que no dispondrá de otra oportunidad para respirar el aire viciado de una sociedad enferma, definitivamente echada a perder.

En sus primeros pasos por la densa niebla que rodea a la novela negra, Torres, que no niega la sensación del horror vacui que padece al adentrarse en un universo donde la injusticia y la desigualdad están a la orden del día, se ha encomendado a las musas esparcidas en el ambiente por la pluma del barcelonés Manolo Vázquez Montalbán quien con Pepe Carvalho marcó toda la novela policíaca en la segunda mitad del Siglo XX, pero también las de su paisano manchego, García Pavón (Plinio, el jefe de la policía municipal de Tomelloso).

Y es que el autor de “Pasos en la Niebla” (sospechosamente subtitulada en inglés The sky road) es de los que creen que la literatura cumple una función social: “Siempre he tenido claro que la función de la literatura es contar la vida a partir de la ficción. Cuando escribí “El hongo de la sabiduría”, hace ya bastantes años, narraba la vida de un hombre de mediana edad, obsesionado en encontrar un hongo que proporcionaba sabiduría. Finalmente, el protagonista advierte que la sabiduría se adquiere con los años, aunque hay mendrugos que jamás se aproximarán a ella”.

Esa fijeza sobre la función que han de cumplir los cientos de folios que rellenan de noche y día los que se sientan frente a un ordenador, o antes ante una máquina de escribir, se adivina también en “El cuplé de la geisa”, donde un señor bien situado económicamente se aburre profundamente y decide robar un caballo de carreras, pero como no es un hampón, tiene que “contratar” a delincuentes que le ayuden en su propósito”. Por supuesto, en “El Doncel”, una recreación biográfica de Martín Vázquez de Arce (el doncel de Sigüenza), Pablo Torres persiste en ese planteamiento.


“Pasos en la niebla” es también un paseo melancólico por la verde Irlanda

Pero las cosas cambian radicalmente cuando Torrres se imbuye en la novela negra que, según él, constituye el territorio ideal para narrar las peripecias de los hombres y mujeres de un tiempo difícil y complejo en el que, a pesar de todo, la realidad sigue superando cualquier episodio criminal imaginado. “Con Pasos en la Nieblal os planteamientos son otros. Cuento la vida, a partir de hechos reales, pero con personas ficticios. La novela negra permite narrar nuestro tiempo, un tiempo complejo, donde la injusticia y la desigualdad están a la orden del día. Por ejemplo, la violencia contras las mujeres, es algo tan brutal como incomprensible”.

“Si echas mano a la hemeroteca – afirma ese antiguo cronista de sucesos- y consultas ‘El Caso’, puedes ver que la gente era capaz de todo, por dinero. En eso no hemos cambiado. En esta primera novela negra, el investigador privado Tadeus- al frente de una agencia que sobrevive ocupándose de cuestiones de poca monta, como el espionaje a empresarios o las bajas médicas fraudulentas, no busca el hongo de la sabiduría, ni robar un caballo, sencillamente busca sobrevivir, sin dejar de ser un ser humano. Y eso le lleva en ocasiones a callejones sin salida. Se trata de una persona normal, si así se puede llamar a un detective privado que no fuma ni bebe, ni se droga, sin un pasado tormentoso pero dotado de una fuerte conciencia social y política, lo que le lleva a estar siempre atento a los latidos de la sociedad que le ha tocado vivir: estamos, pues, ante la antítesis de un Marlowe o un Sam Spade".

Pablo, no solo siente admiración por Vázquez Montalbán y García Pavón. No. Hombre leído y curioso por naturaleza en su equipaje policíaco lleva adheridos a las asas las páginas tintadas en rojo y negro de Alicia Giménez Bartlett , creador de Petra Delicado, González Ledesma (Peores maneras de morir) y Andreu Martín (Prótesis).

Con la oscura ironía que se les supone a todos los autores de novela negra, Pablo Torres afirma que “sé que no cito a muchos autores, pero necesitaríamos páginas y páginas, y, como diría Francisco Umbral, yo estoy aquí para hablar de mi libro. Cada autor ofrece sus matices, su forma de ver el mundo a partir de los hechos reales. Una de las ventajas de la novela es que no hay que echarle mucha imaginación: la realidad nos sobrepasa”.

Asiduo y seguidor de las semanas negras de Getafe y Gijón, Pablo Torres opina que los dos certámenes impulsados por Lorenzo Silva y el hispano mexicano Paco Ignacio Taíbo, hacen un trabajo positivo : “Han logrado que el género policíaco tenga un público fiel. Y eso es importante en España, un país influenciado fuertemente por la cultura norteamericana”. Y aquí reconoce que ambos certámenes son los que han posibilitado el despegue y conocimiento en España de autores nórdicos como Camilla Lackberg (La princesa de Hielo y Las hijas del frio) y Stieg Larsson (Los hombres que no amaban a las mujeres).

Pasos en la niebla (Sky Road) la primera novela policíaca de Pablo Torres, no decepcionará ni dejará indiferente a todos aquellos que han seguido los pasos de un autor infatigable e intransigente, porque la obra rezuma personalidad y añade todos los ingredientes que hacen posible una novela negra, incluida una oferta gastronómica en la que queda apartada la comida basura, ya que el autor bebe y almuerza de lo que da la recia tierra manchega: “Las aportaciones culinarias- afirma Torres-en mis novelas tienen antecedentes lejanos que remiten a el Quijote con todo un conjunto de platos de las comidas que toman tanto ricos como pobres. En mi caso soy deudor de Cervantes, escritor que a mí me servido de guía en toda mi producción literaria”.

P.Z. 

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