Españoles en el Mundo

Andrea Aguado, bailando por Europa

Ya desde los 6 años, Andrea Aguado, natural de Madrid, sintió que la danza era su pasión. Tras acabar sus estudios en el Conservatorio Profesional de Danza y no encontrar las oportunidades que buscaba en España, decidió poner rumbo a Polonia, donde formó parte de una compañía en el país. De ahí a Berlín y ahora, desde Linz en Austria, nos cuenta su experiencia como emigrante.

1. ¿En qué año abandonaste España? ¿Por qué motivo?

Me fui en 2019 porque me acababa de graduar del Conservatorio y solo había una compañía que me interesaba en España, que era la compañía Nacional de Danza. Hice la audición y sentí que eso era algo que nunca iba a pasar porque éramos igual 400 chicas y había una o dos plazas. Además, estaban audicionando personas que ya formaban parte de la compañía nacional y que tenían que renovar su contrato.
Entonces me pareció una situación imposible, también una lección de la vida justo al terminar la escuela, que sales con ganas de trabajar y ves que es muy complicado. Y en España más.
Vi que no iba a pasar y decidí probar a hacer audiciones fuera de España. Con la ayuda de un amigo que trabajaba en la compañía de Polonia, hice una prueba y me dijeron que sí, que necesitaban a una chica justo. Así que me mudé allí sencillamente porque fue el trabajo que me salió. En una audición de danza, tú vas y hay un montón de gente que quiere lo mismo que tú. Además, es una cuestión física que muchas veces no depende de ti, depende más de que busquen un perfil que les cuadre. Cuadré allí, así que por eso me fui.

2. ¿Cómo fue la acogida en Polonia? ¿Cómo fue la experiencia en este país?

A nivel cultural fue un shock porque son muy distintos a España. Al final mi círculo de amigos eran españoles, italianos, griegos… eran todos gente mediterránea que, si banalizas, pues lo entiendes, porque tiene sentido que al final nos entendamos más con nuestros iguales.

Y fue así durante los dos años que estuve allí, la verdad. De hecho, amigos polacos tuve de llevarnos bien, pero no de que se convirtieran en gente cercana. También porque ellos eran más mayores, tenían sus familias, el invierno es más de estar en tu casa; nosotros en el sur es como que, aunque truene, nos gusta tener nuestro contacto social. A nivel cultural fue un poco así.

Luego también resultó que, a nivel político, no congeniaba mucho con los ideales. Allí en Polonia son muy católicos, son como más “puritanos” en ese sentido. A veces sentía que mi actitud o la de mis amigos era más abierta. Si igual tenía amigos homosexuales, por la calle llamaba la atención y se recibía de forma grosera; tuvimos varios encuentros que fueron desafortunados. Era algo que, también viniendo de Madrid, aunque también pasa, pero igual a mí no me ha pasado tanto porque es una ciudad más abierta. Me chocaban bastante.

Y luego a nivel laboral, creo que me enriqueció un montón. También era muy joven, tenía 18 años y era como vivir en un teatro, que es una experiencia fantástica. Pero claro, todo en polaco, tenías que apañártelas para pagar los impuestos en polaco, no te ayudan mucho, no hay esta cercanía que puede haber en una oficina de tu país, que puedes hablar el idioma y te entiendes más fácilmente. Todo era más enrevesado, porque es en otro idioma, tienen otra forma de hacer las cosas y hay que enterarse y estar ahí. Pero a nivel laboral fue bonito, en la parte de descubrir cómo es la vida en un teatro.


 

3. ¿Qué dificultades encuentras en el sector de la danza en España?

Por ejemplo, cuando volví de Polonia, estuve en Donostia dos años. Allí estuve en una compañía que se llamaba “Dantzaz”, que es un proyecto joven que dura máximo dos años y escogen a bailarines de todos lados para hacer creaciones durante ese tiempo. Hay una gira y salíamos a Francia, Alemania y otros países de Europa. Ahí me di cuenta de que, en España, cada vez que teníamos una función en este lado de la frontera, como de Irún para abajo, no sé por qué, apenas había ni el 50% vendido. Pero en cuanto cruzábamos Biarritz venían un montón de personas, incluso a las muestras, que no eran solo funciones, sino que era para mostrar una especie de esbozo del trabajo que habíamos hecho. Cruzábamos a Alemania, todo vendido, la gente aplaudiendo en una ovación de 10 minutos, no entendíamos nada. Cuando bailábamos en España era porque venían nuestros familiares, nuestros amigos y sí que había aplauso, pero costaba atraer a la gente.

Entonces, a nivel de apreciación de la cultura, sí que sentía que era bastante distinto. No sé si puede estar también relacionado con el nivel adquisitivo, con lo que puede costar ir al teatro en el extranjero y lo que puede costar ir al teatro en España. Pero yo creo que cada vez se está haciendo más accesible para, sobre todo, la gente joven. Hay un montón de descuentos, muchas opciones, entradas de última hora en las que puedes ir y ver cosas de calidad por muy bajo precio. No sé si es más una cosa de educación, de que no nos inculcan esta cosa de ir a ver danza, ir a ver teatro, ir a ver música, una orquesta en directo… Por ejemplo, en Alemania está muy presente la música desde que eres pequeño. Todos aprenden a tocar un instrumento, lo tienen más dentro de ellos. Quizás sentí un poco eso en España, pero ya te digo que tampoco es que viajáramos por todo el país como para comprobarlo realmente.

Además, en España no hay apenas compañías. Por ejemplo, en Alemania cada ciudad tiene su teatro, con una compañía de danza, un conjunto de canto o de musical, una orquesta… Esto en España no pasa, no vas a Ciudad Real y está el teatro de Ciudad Real con su compañía o vas a Valladolid… y sí, muchas ciudades en España tienen teatro, pero no hay compañías residentes, ni siquiera en Madrid. La compañía Nacional de Danza no es residente en ningún teatro, tienen su sede en el Matadero y tienen un convenio con el Teatro de la Zarzuela, pero no son residentes. En el Teatro Real no hay una compañía residente y si no pasa ni siquiera en Madrid, pues tampoco pasa en El Liceo, en Barcelona.

Hay mucha gente que ahora están empezando a sus proyectos. Hay pequeñas compañías de colectivos que se organizan y que empiezan a ser creadores, pero las posibilidades de estos grupos emergentes de contratar bailarines, de tener un conjunto grande, es muy difícil. A nivel institucional en España hay muy poco consolidado, que ojalá vaya poco a poco mejorando.

4. ¿A qué otros países te ha llevado esta profesión? ¿Cómo ha sido tu experiencia en estos países?

A Berlín me fui sin trabajo como bailarina. Me fui porque conocía varias escuelas que dan una formación para bailarines profesionales y también conocía una especie de organización de bailarines freelance que entrenan juntos todos los días en la Deutsche Oper, que es el teatro donde entrena el Staatsballett de Berlín.

Hay un estudio reservado para freelance que puedes ir ahí y tomar clase todos los días sin pagar absolutamente nada. Justo había terminado el proyecto “Dantzaz” que era de dos años, había hecho un montón de audiciones, no me habían cogido ningún sitio y pensaba en volver a Madrid y se me caía un poco el mundo porque no tengo nada que hacer en Madrid ahora, la verdad.

Entonces, un amigo mío tenía una habitación libre en Berlín y esto es algo que nunca pasa, porque encontrar piso en Berlín es una odisea. Así que decidí irme allí a ver qué tal, entrenar un año y estar más en el centro de Europa para poder moverme en tren y hacer audiciones en otros sitios. A los dos meses de llegar a Berlín vine aquí a Linz, que es donde estoy ahora, hice una audición y me cogieron para la temporada siguiente, o sea, que yo ya sabía que iba a volver a Berlín y que iba a tener un trabajo en el verano.

Ese año me dediqué a, simplemente, entrenar y estar en forma y me iba moviendo por las distintas escuelas que hay a hacer el entrenamiento de nivel más alto para bailarines profesionales, para mantenerse en forma y hacer un poco de contactos con coreógrafos y otros bailarines. Solo al final hice un par de proyectos, pero no estaban pagados. Esto también es algo que pasa en Berlín, que hay una escena enorme porque converge ahí todo el arte contemporáneo en todos los aspectos. Como hay tantos bailarines, las subvenciones que da el Estado o las compañías privadas no dan para toda la gente que hay. Si tú quieres trabajar, quieres moverte, tienes que tener mucha suerte para que caigas en uno de esos proyectos que justo tienen una subvención. También es algo que depende un poco del tiempo que tú estás allí. Si ya llevas 4 años, sabes cómo escribir tu dossier en alemán, sabes cómo presentar tu proyecto bien, es más probable que consigas más subvenciones. Pero yo he estado un año, no aspiraba a eso, estaba más intentando mantenerme en forma.

Culturalmente, creo que, porque caí en un piso con mi amigo, que es alemán, donde había gente alemana y podía compartir espacios de ocio con gente alemana de mi edad, el choque cultural fue muy distinto al de Polonia. Es cierto que no son tan cariñosos, de abrazarse, tan cercanos, tan intensos de hablar todo el rato de sentimientos o cosas así, son conversaciones diferentes de las que puedo tener con mis amigas en Madrid en una terraza, pero me sentí muy a gusto también. Yo estaba ya en otro momento de mi vida, no estaba tan alocada de querer congeniar sí o sí con la gente, sino que era como un acercamiento más tranquilo. Y al final resultó que los mejores amigos que me he llevado de Berlín son todos alemanes, fue muy distinto a la experiencia en Polonia.

También descubrí que los españoles gustamos mucho, que es algo atractivo ser español. Yo creo que ellos sí que anhelan un poco cercanía o esta disponibilidad, el encanto mediterráneo, la frescura, la alegría, la vivacidad que tenemos. Creo que el hecho de ser español sí que me facilitó un poco esta cosa social, porque ellos dan por hecho que tú vas a ser así y se abren a eso.

5. ¿Qué te depara ahora el futuro en Austria?

Ahora voy a estar aquí un año, hasta que termine el verano que viene, porque estoy sustituyendo a una de las bailarinas que se ha quedado embarazada. Aquí la baja por maternidad es hasta dos años y ella creo que de momento ha cogido uno, no sé si se cogerá el siguiente, entonces yo me podría quedar un año más… Pero de momento la estoy cubriendo a ella y la verdad que rezando porque quede alguna plaza al final de la temporada, porque me gustaría muchísimo quedarme aquí y poder construir. Suena como muy divertido estar cambiando de sitio todo el rato, pero apetece poner los pies en el mismo sitio durante más de dos años y, por ejemplo, construir tu casa, comprar muebles que de verdad te gusten… Ahora siempre estoy pensando a corto plazo.

La danza es un poco así, estás todo el rato de un lado para otro, y ya ni te digo si eres freelance, que si te sale un proyecto en Italia, pues te vas a Italia cinco meses y después en Finlandia, no puedes planear mucho. Así que ahora mi futuro cercano, que es un año, es estar aquí en Linz, es trabajar con coreógrafos que me apetece un montón trabajar y que son el culmen de lo que yo pensaba que iba a poder llegar como bailarina.

6. ¿Cómo fueron tus inicios como bailarina profesional? ¿Cuál ha sido tu recorrido?

Empecé con 6 años en el colegio, como una actividad extraescolar, y mi madre me preguntó si quería hacer las audiciones para el Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, que está en Madrid.

Como yo soy de Madrid, todo era fácil, no tenía ni que moverme, así que un día fui a hacer las pruebas con ocho años y me cogieron. Desde que tengo ocho años hasta que cumplí los 18, casi 19, porque tuve que hacer otra vez el último año por una lesión, estuve en el conservatorio, 10 años y medio.

Era un entrenamiento diario desde tan pequeñita. Iba al colegio, después iba 3-4 horas al conservatorio por la tarde… así los cuatro primeros años que son las enseñanzas elementales. Después hacen otra prueba para hacer el corte para el acceso a profesional, que son los siguientes 6 años. Ahí ya empiezas a estudiar en el conservatorio por las mañanas y vas a un instituto por las tardes, que tiene un convenio con el conservatorio. Yo salía de casa a las ocho de la mañana y volvía a casa a las diez de la noche, porque bailaba toda la mañana y luego estudiaba toda la tarde. Así hasta los 18 años que terminé y me fui a Polonia.

Mis padres pusieron mucho esfuerzo, apoyándome y llevándome y trayéndome a la escuela. Ellos también estuvieron mucho ahí, que, si no, yo no hubiera podido. Sin el apoyo de unos padres es muy difícil mantenerte en esta rutina tan exigente desde que eres tan joven.


 

7. Con respecto a la emigración española, ¿qué dificultades y oportunidades consideras que encuentra un ciudadano español en estos países?

Pues creo que el idioma tiene que ver un montón. Creo que si tú de base en España has tenido una buena educación en inglés y eres capaz de comunicarte, de escribir y de tener una buena conversación en otro idioma, te abre muchísimas puertas.

Creo que en España, el inglés no lo llevamos muy bien normalmente, no lo aprendemos muy bien en el colegio, en el instituto y ya, pues ni te cuento como es la situación en alemán, en francés, en el italiano… que si nos pusiéramos ya te digo yo que hablábamos todos italiano porque es más fácil de lo que pensamos.

Creo que, en ese sentido, si vienes ya con un idioma aprendido bien, en el extranjero se te abren muchas más puertas, entonces eso es un hándicap que tenemos los españoles siempre. También es por una cosa de falta de autoestima, yo creo que siempre vamos como muy cabizbajos, que siempre pensamos que somos menos o que lo del extranjero es mucho mejor.

En resumen, dificultades yo creo que el idioma, y facilidades yo creo que nuestra apertura social constante, que somos valientes en ese sentido. Los españoles son como: “pues venga, si hay que irse, pues nos vamos”.

8. En términos generales, ¿Cuáles considera que son las preocupaciones/inquietudes de los trabajadores del sector cultural en el exterior?

Yo creo que al final España es Europa y, por muy distinto que pueda ser un sistema en otro país, creo que tenemos facilidades. Yo soy migrante, pero desde una base privilegiada brutal. Yo, por ejemplo, no he tenido que lidiar con los problemas de una visa que viven la mayoría de los bailarines que vienen de Sudamérica, de Centroamérica, o de Asia. Todo lo que hay que mover, toda la burocracia que hay que pasar, que también tenemos que pasar burocracia nosotros, no es para nada lo mismo.

O sea, creo que es fácil relativamente emigrar de un país europeo a otro país europeo.

La dificultad más grande que veo en la danza es ver cuál es tu situación en tu país y si, por ejemplo, la compañía que te contrata tiene que gestionar tu visa, es un “marrón”. Entonces, igual si vienes de Japón se lo piensan porque van a tener que gestionar eso, mientras que, si vienes de España, no tienen que gestionarlo. Por eso hay tantos bailarines españoles o italianos bailando en Alemania, en Francia o en Suiza, porque es algo más cercano para ellos, que pueden contratar sin tanto problema.

Yo creo que en ese sentido está más a nuestro favor, que nuestra contra.

9. ¿Cómo es la situación general de las mujeres emigrantes en Europa?

Esto es una pregunta muy complicada, o sea, yo también en este sentido me siento muy privilegiada, porque no vengo de una cultura tan diferente, ha sido desde España a Alemania o desde España a Austria. Al final, España también ha sido un país católico durante mucho tiempo y eso también ha restringido mucho a la mujer.

Pero yo no me asusto de lo que veo aquí, si vienes de una cultura más diferente te puede extrañar, pero no siento que haya un machismo tan diferente al que puedo encontrar en España, porque está en todos lados hay machismo al final. Sí que igual mi actitud es más, no provocadora, sino que no me importa tanto transgredir ciertas cosas, como no ir depilada o como no maquillarme; no estar dentro de los estándares de la mujer aquí, más arregladas, más cuidadas en ese sentido. A mí no me importa tanto, no sé si por mis círculos en España, que depende mucho de los círculos en los que tú te muevas en tu país porque hay de todo. En Madrid hay los dos picos de situaciones.

Entonces yo llego aquí y no me choca tanto, también porque ya he vivido muchas vidas en ese sentido. He estado en muchos sitios, sé lo que hay. En Polonia me chocó mucho más, también yo era más joven y no estaba tan preparada en ese sentido para esto.

Justo me acuerdo de que, cuando estaba en Polonia, estaba el PIS en el Gobierno y limitaron aún más la ley del aborto que ellos tenían, que era ya de la Edad Media absoluta.

Luego, en Berlín hay más libertad, o sea, Berlín no es tampoco la Alemania profunda, la verdad. Berlín es un sitio muy cosmopolita y hay mucho movimiento feminista y tiene mucha fuerza y nadie te va a cuestionar cómo vas vestida.

Al final estoy en Europa, y no es tanto choque cultural para mí.


 

10. ¿Qué echas en falta en la labor informativa de la Administración española hacia quienes van a salir a trabajar al extranjero?

Yo, si te digo la verdad, sobre todo cuando me fui a Berlín, encontré en la página del Gobierno de España un montón de información, para lidiar con las tasas, con los impuestos, para la Seguridad Social de allí, o sea, hay muchísima información en el Ministerio de Exterior. No sé si todo el que emigra cae en meterse en esa página a buscar, pero está, si buscas está.

De hecho, incluso ya en Berlín había un correo que se llamaba Oficina Precaria en Berlín, que te resolvía todas las dudas burocráticas que tú pudieras tener. Escribías un email y te contestaban en el mismo día con toda la información. Literalmente no eché nada en falta, o sea, me vi súper respaldada en ese sentido.

Por ejemplo, echo en falta otras cosas en el sistema educativo, que nos enseñen a leer facturas, que nos enseñen a cómo lidiar cuando se te estalla el grifo y no sabes qué hacer en tu casa y eres una mujer sola en medio de otro país. Echo en falta estas cosas de aprendizaje de la vida, pero a nivel de respaldo de mi país, de la información de qué tengo que hacer cuando me voy a otro país, creo que en el en la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores había todo lo que yo necesitaba, era era una gozada.

A mí me resolvieron todas las inquietudes que tenía, de qué voy a hacer, cómo me voy a registrar allí, puedo ir con la tarjeta sanitaria europea, qué puedo hacer, si me registro la pierdo, todo estaba explicado. También todos los posibles trabajos, o sea, porque allí hay minijob, midijob o un trabajo a tiempo completo. Y si tienes minijob, no puedes optar a la Seguridad Social, a la cobertura sanitaria total que es la que tienen cuando tienes un midijob, entonces tienes que contratar un seguro privado. Había enlaces para ir a los seguros privados que mejor te convienen a ti. Y todo en español, o sea, creo que está fenomenal montado, que si no te enteras es porque no tienes las herramientas para llegar ahí.

También da mucha más tranquilidad cuando te lo cuenta alguien que ya lo ha vivido en vez de tú leértelo, porque nos gusta el palique más que otra cosa. O si caes en Facebook, ya te digo yo que hay también españoles en Sri Lanka. O sea, es que estamos en todos lados y siempre va a haber alguien que te quiera tender la mano.

11. ¿Tienes pensado retornar a España?

Pues ahora mismo no, no me apetece. O sea, me encanta ir en verano y pasarme allí dos meses y retomar todo, pero ahora mismo a nivel profesional no veo mucha opción para mí allí.

Nunca sabes, quizás te enamoras y dices: quiero volver a casa, construir una vida, pero ahora mismo creo que un tiempo me gustaría estar fuera y si vuelvo sería quizás para opositar, intentar ser maestra de danza o cambiar un poco ya mi vida de bailarina, que tampoco es super larga, la verdad que a los 40 años ya estás como en otra porque el cuerpo no te sigue tanto. Entonces claro que volveré en algún momento. También por mis padres, porque al final quieres pasar tiempo con tu familia, cuidar de ellos, devolverles también lo que han hecho por ti. Mi hermana también está allí y me gustaría estar más cerca de ella, porque al final los hermanos son lo que te queda a nivel vital, solo con ellos puedes compartir cosas que no puedes compartir con nadie más. La familia me tira un montón porque al final mis amigos están todos desperdigados por Europa, estamos todos igual.

12. Algún comentario para los lectores de Carta de España online…

Creo que me repito en lo de antes, en esta cosa de ser valiente, de que, si no te encuentras en tu país profesional o emocionalmente, por qué no probar en otro lado. Porque al final te va a enriquecer de una forma u otra.

Y que ser español es un plus, porque vas a caer bien, te van a acoger de alguna forma, si no son los autóctonos del lugar al que llegas, serán otros españoles que están allí o italianos o mediterráneos por lo general.

 

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