Galindez
Memoria Gráfica

La trágica historia de Jesús Galíndez

En 2015 se cumplieron cien años del nacimiento de Galíndez en Madrid y en 2016 se cumplen sesenta años de su asesinato en la República Dominicana

La inmensa mayoría de los mortales supimos de Jesús Galíndez cuando Manuel Vázquez Montalbán publicó su novela “Galindez” en 1990. Está considerada como una de sus mejores novelas y obtuvo el Premio Nacional de Narrativa y el Premio Europeo de Literatura en 1991. En 2003 se llevó al cine, en una producción titulada “El misterio Galíndez” dirigida por Gerardo Herrero e interpretada por Harvey Keitel, Saffron Burrows y Efuard Fernández.

Jesús de Galíndez Suárez (1915-1956) fue un escritor, abogado y profesor. Se crio en Amurrió (Álava) con sus abuelos, debido a la muerte de su madre pocos días después de su nacimiento. Su padre, oftalmólogo, ejercía en Madrid, a donde su padre lo reclama para estudiar con los jesuitas del Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo. Estudio Derecho en la universidad madrileña y se graduó con 21 años en 1936. Había mantenido una estrecha relación con nacionalistas vascos en Madrid y militaba en el Partido Nacionalista Vasco desde los 17 años.

La Guerra Civil le coge en Madrid, donde desarrolla una gran actividad en ambientes nacionalistas. En 1937 el dirigente nacionalista Manuel de Irujo es nombrado Ministro de Justicia. A raíz de este nombramiento, durante unos meses, Galíndez pasó a ser letrado asesor de la Dirección General de Prisiones. En septiembre se incorporó a la Brigada Vasca que luchaba en el frente de Aragón. Tenía el grado de teniente en su condición de asesor jurídico. El 10 de febrero de 1939 Galíndez cruzó la frontera francesa. Tras unos meses en el campo de internamiento de Vernet escapa y al poco logró contactar con diplomáticos dominicanos –a los que conocía de Madrid- que le permitieron exiliarse en dicho país al poco de estallar la Segunda Guerra Mundial.

El dictador Rafael Leónidas Trujillo rodeado de algunos de sus ministros

El dictador Rafael Leónidas Trujillo rodeado de algunos de sus ministros

El presidente de la República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, practicaba la política de puertas abiertas hacia los exiliados españoles, obsesionado, por lo visto, con la idea de 'blanquear la raza'. Galíndez se convirtió en profesor de la Escuela Diplomática dominicana, en funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores y, sobre todo, en uno de los profesores de Ramfis Trujillo, el hijo del presidente.
Su privilegiada relación con el dictador se rompió en 1946, cuando ejercía de secretario de la Comisión de Salarios Mínimos y fomentó un acuerdo con los huelguistas del azúcar, uno de cuyos líderes fue asesinado. Católico y humanista, el exiliado vasco no soportó por más tiempo la verdadera naturaleza del régimen trujillista y huyó a Estados Unidos por miedo también a las represalias.
La documentación del FBI da cuenta de que Galíndez trabajaba para la inteligencia militar de Estados Unidos y el FBI antes de trasladarse a Nueva York, mientras pertenecía a la Administración dominicana. Creó una red de informadores dentro del ejército dominicano, de la empresa Granada, filial de la United Fruits Company y de otras compañías, y, preferentemente, daba cuenta, bajo el código DR-10, de las actividades de grupos e individuos falangistas y comunistas.

Al llegar a Nueva York, Galíndez se integró en el equipo de Antón Irala, delegado del Gobierno Vasco en EE UU que gozaba de bastante predicamento en el Departamento de Estado. Galíndez pasó a formar parte de la nómina oficial de informantes del FBI y les suministró cientos de informes sobre las actividades procomunistas en la comunidad hispanohablante de Nueva York. Es un hecho conocido que el PNV colaboró con Estados Unidos en labores de inteligencia anticomunista cuando el peligro nazi se eclipsa y comienza la guerra fría.

En cuanto a su actividad académica fue nombrado profesor de Derecho Público Hispanoamericano y de Historia de la Civilización Iberoamericana en la Universidad de Columbia y escribe “La inestabilidad constitucional en el derecho comparado de Latinoamérica” (México, 1952) y en 1953 publica “Nueva fórmula de autodeterminación política de Puerto Rico” y en 1954 su libro “Iberoamérica. Su evolución política, socio-económica, cultural e internacional” (Nueva York, 1954). Pero fue su tesis doctoral "La era de Trujillo: un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana", basada en la ingente información que recogió en su estadía dominicana la que le condenó.

Portada del libro de Montalban

Galíndez denuncio el régimen del dictador dominicano y puso de manifiesto que su hijo Ramfis no era biológicamente descendiente del dictador. Galíndez fue secuestrado en Nueva York y enviado por avión a la República Dominicana donde fue asesinado por orden de Rafael Leónidas Trujillo.
La nueva política norteamericana pasaba por la colaboración y el sostenimiento de las dictaduras anticomunistas y el dictador dominicano gozaba de la protección de los servicios secretos norteamericanos en sus viajes por el extranjero.

Galíndez fue visto por última vez a las 22.30 horas de la noche del 12 de marzo de 1956 en la estación de metro de Columbus Circle. Acababa de dar clase en la universidad y se dirigía a su casa. Testimonios confidenciales recogidos posteriormente permiten establecer que fue sacado de su apartamento por personas de su confianza -los investigadores apuntan a ex agentes de los servicios secretos-, drogado y trasladado en avioneta a la República Dominicana, donde se habría encontrado con el dictador antes de pasar a manos de sus torturadores. Los sicarios de Trujillo le sacaron, presuntamente, los ojos, le cortaron la lengua, le arrancaron las uñas y le machacaron los huesos lentamente con un mazo. Luego quemaron el cadáver y lo echaron a los tiburones. Tenía 41 años de edad.
Jesús Galíndez desapareció sin dejar rastro, la víspera, precisamente, de que la bandera franquista ondeara por primera vez en la sede de las Naciones Unidas, algo a lo que él y su partido se habían opuesto denodadamente.

Jesús Galíndez fue sacrificado en el altar mayor de la guerra fría cuando el peligro comunista sustituyó como fantasma al derrotado nazismo y el Gobierno norteamericano pactó con el régimen de Franco en un elocuente ejercicio de la máxima: 'El enemigo de mi enemigo es mi amigo'.

Carlos Piera Ansuátegui

NIPO: 121-21-001-7

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