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Centro Educativo Sefardi en Jerusalén
Ladino, una lengua 'castellana' que lucha por sobrevivir
Cultura y SociedadLos judíos de origen español han logrado conservar este idioma durante más de 500 años
Cuando los Reyes Católicos expulsaron en 1492 a los judíos españoles, la mayoría terminó encontrando cobijo en otros países del Mediterráneo, sobre todo en el Imperio Otomano, y se llevó consigo el idioma castellano que se hablaba en ese momento. Más de 500 años después, ese español arcaico sigue existiendo, aunque está en peligro de extinción y trata de superar muchas dificultades para sobrevivir.
"En Florencia, siudad rika i selebre de Italya, bivian Anselmo i Lotaryo, dos kavayeros rikos i de nobles famiyas. Eyos se amavan tanto, ke los ke los konosian los yamavan «los dos amigos». Eran solteros (sin kazar), de una mesma edad i de mesmas manias, lo ke bastava para ke se tuvieran muça amistad de parte a parte. Es verdad ke a Lotaryo le plazian los pasatiempos amorozos mas ke a Anselmo".
Este texto en ladino, perteneciente a 'El curioso impertinente', una novela corta, intercalada por Miguel de Cervantes en la primera parte del Quijote, sirve como muestra de las diferencias fonéticas y gramaticales entre el castellano contemporáneo y el judeo-español. Esta lengua castellana antigua, salpicada de algunos términos importados, es conocida como ladino, aunque algunos lo llaman judeo-español, sefardí, judezmo o españolit. Ese mismo castellano llevado por los judíos españoles a otros países mediterráneos, como Marruecos, adoptó un puñado de términos en árabe y es conocido como 'Haquetía'.
"Los judíos hablaron, hasta la expulsión de 1492 e incluso unos cien años después, las lenguas de España, como el castellano, el catalán, el aragonés u otras. Luego adoptaron algunos términos del turco, búlgaro o griego, y más tarde del francés e italiano", afirma el investigador y periodista Moshe Shaul, que a sus 89 años, es una autoridad del ladino. En la actualidad se calcula que quedan entre 200.000 y 300.000 descendientes de aquellos judíos españoles en Israel, quienes en mayor o menor medida tienen conocimientos del ladino. A ellos habría que añadir unos 200.000 que viven en otros países, principalmente en Turquía. Pero son solo estimaciones. No existe un censo respecto al número de sefardíes (gentilicio de Sefarad, término hebreo para designar la península ibérica).
"No hubo nunca estadísticas sobre el número de sefardíes. Todo lo que se sabe es por simples evaluaciones. De los al menos 200.000 que hay en Israel, la mitad conoce el Ladino, pero no todos lo hablan correctamente", añade Moshe Shaul, que fue vicepresidente de la Autoridad Nacional del Ladino durante casi dos décadas.
En 1997, se creó en Israel la Autoridad Nacional del Ladino, un organismo encargado del estudio, conservación y protección de una lengua que en la actualidad es hablada sobre todo por personas de avanzada edad y que está perdiendo pujanza entre sus hijos y nietos.
Entre 1979 y 2016 se editó una revista en ladino, llamada 'Akí Yerushalayim' (Aquí Jerusalén), dirigida durante todo ese tiempo por Moshe Shaul. "No pudimos seguir con su publicación. En primer lugar porque los lectores ya no eran muchos. También porque éramos diez colaboradores y solo dos quedamos con vida. No nos quedaba ni fuerza, ni tiempo ni dinero porque las subvenciones iban disminuyendo. Aún así fueron publicados 100 números que pueden servir para ayudar en las investigaciones del Ladino", afirma Moshe Shaul, con cara de resignación, en un café de la calle Lunz, en pleno centro de Jerusalén.
Academia del Ladino
Pese a ser casi nonagenario, Moshe Shaul sigue teniendo fuerza para continuar su lucha en la defensa del ladino y asistió en febrero de 2018 en Madrid a una reunión con la Real Academia de Española de la Lengua (RAE) para impulsar la creación de una academia lingüística del ladino. "La convención académica del judeo-español, celebrada en Madrid, tenía un objetivo conciso. Podemos anunciar que se ha llegado a la conclusión que todos perseguíamos: el compromiso de acuerdo por el cual continúa el proceso tendente a la constitución, en el Estado de Israel, de una academia nacional del ladino", anunció en esas fechas el director de la RAE, Darío Villanueva.
"El siguiente paso es conseguir de las autoridades de Israel el reconocimiento de este proyecto de Academia Nacional del Judeo-español", añadió Villanueva. Una vez que lo apruebe el gobierno israelí, se convertiría en el vigésimocuarto miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y Villanueva espera que se haga efectiva su entrada en el próximo congreso de este organismo, a finales de 2019. Moshe Shaul nació en Esmirna, en Turquía, y emigró a Israel cuando tenía 20 años. Su lengua materna, como la de muchos judíos sefardíes, fue el ladino.
En el Imperio Otomano se dieron unas condiciones favorables, según Moshe Shaul, que permitieron una mejor conservación del aquel castellano antiguo.
"Se hablaba bastante en Bosnia, Serbia, Bulgaria, Rumanía, Grecia y Turquía. La Shoah, el exterminio de los judíos por los nazis, eliminó a muchos y otros emigraron a otros países como Israel, Estados Unidos y Latinoamérica y dejaron de utilizar tanto el ladino. En Estambul siguen viviendo unos 15.000 judíos y en Esmirna, donde yo nací, habrá todavía unos 1.000 o 1.500. En Turquía, el ladino tiene una cierta actividad cultural. Hay un centro de investigación en Estambul y un par de publicaciones", explica Moshe Shaul.
Salom, un semanario turco dirigido a los judíos en Estambul, que tiene una circulación de 5.000 ejemplares, incluye siempre una página en ladino. "El Imperio Otomano tenía un sistema de gobierno que daba a las minorías una autonomía interna. De este modo, las comunidades judía y griega ortodoxa disponían de una autonomía y solo tenían que pagar tasas al gobierno. No debían lanzar conspiraciones ni reivindicaciones territoriales. La población no necesitaba tener contacto con las autoridades turcas, por lo que en las familias se hablaba solo ladino. Los hombres, para hacer negocios, hablaban en turco y por eso algunas palabras de este idioma entraron en el ladino. Esa autonomía no se dio en otros países a los que llegaron los judíos sefardíes. Por eso se conservó mejor la lengua en los países del Imperio Otomano", añade Moshe Shaul.
"La diferencia entre el ladino respecto al castellano que ahora se habla en España es que se trata de un vocabulario más arcaico, del siglo XV. Cuando los judíos salieron de la península ibérica hablaban castellano, catalán, aragonés… Las diferentes lenguas que había. También había palabras religiosas del hebreo. Con el tiempo, el castellano se impuso. En Grecia había unas 100.000 personas de origen judío antes de la Segunda Guerra Mundial. En Salónica vivían 50.000 judíos antes de la Shoah. En Turquía unas 60.000 o 70.000 personas, en Bulgaria unas 50.000 personas", explica el octogenario. "Hay que diferenciar a los judíos sefardíes y a los judíos orientales. Se tiende a llamar sefardíes a ambos grupos, pero los orientales son los judíos que vinieron de Irak, de Yemen, de Irán, etcétera. Son considerados sefardíes desde un punto de vista religioso pero no cultural. No tienen el elemento español, no son descendientes de los que fueron expulsados de España en el siglo XV", explica Moshe Shaul.
En Israel, tres centros se dedican a la enseñanza del ladino, las universidades de Bar-Ilán, cerca de Tel Aviv, de Beer-Sheva, en el sur del país, y la Hebrea de Jerusalén. "No tenemos tantos estudiantes como querríamos. En la Universidad Hebrea hay unas decenas. No solo hay cursos de lengua, sino que también hay estudios de literatura y folclore. En Bar-Ilán es donde hay más estudiantes, unos 80 anuales. Además de las tres universidades, hay dos centros académicos, uno cerca de Bar-Ilán y otro cerca de Beer-Sheva. En Estados Unidos hay estudios del ladino, pero en Israel hay más actividad oficial", añade el investigador. Moshe Shaul espera que el gobierno israelí encuentre un hueco entre los temas políticos, sociales y económicos que afronta para aprobar la academia del ladino. "Tal vez tengamos que esperar un tiempo, pero sería una lástima que se vaya retrasando", afirma.
"España también puede ayudar moralmente, así como con expertos o a nivel administrativo. Hay diccionarios del ladino, pero se necesita uno digital. En un diccionario digital puedes meter todo, con más ejemplos y matices", señala. Para Moshe Shaul su relación profesional con el ladino en Israel empezó cuando fue elegido en 1954 como conductor de un programa de radio en judeo-español.
Moshe Shaul sabe que el judeo-español hablado en familias durará una o dos décadas más, debido al envejecimiento de los ladino-hablantes, pero quiere que la cultura, con los libros y las canciones, se mantenga. "Se trata de expandir el interés y el conocimiento del Ladino, pero sobre todo de su cultura. Mantener el idioma hablado va a ser más difícil, pero por lo menos que siga el interés por la cultura. El Teatro Nacional de Israel lleva programando los últimos años en enero una semana de cultura sefardí, las salas están siempre llenas para asistir a conferencias, encuentros y conciertos", señala.
Entre los escritores contemporáneos más activos está Matilda Koen-Sarano, nacida en Milán (Italia) en 1939, que cuenta con alrededor de 30 libros en su haber. Desde el siglo XV hasta ahora se han encontrado unos 5.000 libros escritos en ladino, muchos manuscritos, que están en bibliotecas de Israel y otros países. "En mi programa de radio en Ladino empecé una campaña para que nos enviaran libros en nuestro idioma que ya no necesitasen. Íbamos a recogerlos y ahora están en bibliotecas. También hice algo parecido con las canciones, iba con mi aparato a registrarlas. La gente empezó a interesarse y en diez o doce años recogimos casi 3.000 grabaciones de canciones", explica.
Música en ladino
La música en ladino ha empezado a gozar de cierta popularidad en Israel y han surgido cantantes y grupos que cantan en esta lengua. Uno de esos grupos es la 'Israeli Ladino Orchestra', liderada por Ariel Lazarus, compositor, guitarrista, director e investigador de la música sefardí. "El ladino es una memoria viviente de la edad media en España. Hay sonidos fonéticos que se han perdido en el español moderno que continúan en el ladino. No es un lenguaje, sino una cultura maravillosa y una herencia asociada a canciones, comida, bailes, oraciones, historias. Todas ellas dependientes de este idioma", explica Lazarus antes de un concierto en Jerusalén. "La música en Ladino es la mejor embajadora de este idioma y su cultura. Cuando los ladino-hablantes son cada vez menos, como ocurre en otros muchos dialectos que se rinden a la cultura de la globalización, las canciones en judeo-español con su belleza se están haciendo cada vez más populares y serán en unos años el principal representante del ladino", añade.
"En Israel hay varios cantantes en Ladino, como nosotros. Podría citar nombres como Yasmin Levi o Kobi Zarko. También los hay fuera de Israel, como Vanessa Paloma o Judy Cohen, sin olvidar a cantantes que incluyen una canción o dos en Ladino en su repertorio, como Yehoram Gaon", afirma.
El compromiso con la música en ladino, le viene a Ariel Lazarus de su abuelo. "Mi familia vivió en los últimos siglos en la zona de Gibraltar. Mi abuelo, Abraham Beniso, fue cantante y me introdujo en las tradiciones sefardíes y en las canciones en ladino. Siento que es mi obligación continuar la labor de mi abuelo, añadiendo mi toque personal a esta herencia como compositor y músico. La Israeli Ladino Orchestra que he creado puede servir de plataforma para la música en esta lengua, permitiendo a las nuevas generaciones formar parte de esta cultura única", concluye el artista. Un impulso llegaría con la creación de la Academia de la Lengua del Ladino.
"Estamos esperando una respuesta por parte de la ministra de Cultura y Deporte de Israel, Miri Regev, que recibió todos los materiales relacionados con el proyecto de la Academia Israeli Nacional del Judeo-Español", explica Shmuel Refael Vivante, miembro del comité ejecutivo de la Autoridad Nacional del Ladino y director del Centro Naime y Yehoshua Salti para los estudios de esta lengua en la Universidad de Bar-Ilán, uno de los impulsores de la iniciativa junto a Moshe Shaul y Tamar Alexander, actual directora de la “Autoridad Nasionala del Ladino i su Kultura”, entre muchos otros.
"El mas buen mediko es el tiempo y la pasensia" (El mejor médico es el tiempo y la paciencia), dice un refrán en Ladino. El idioma Judeo-Español espera con paciencia poder tener su academia de la lengua y sobre todo su supervivencia.
Texto y fotos: Pablo San Román
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