Tánger: la ciudad que hablaba en español

Cultura y Sociedad

Crisol de culturas, donde convivían sin mezclarse judíos, cristianos, musulmanes… Era una ciudad abierta, en la que cada grupo social y étnico conservaba su identidad. El español era el idioma común

Ciudad costera del norte de Marruecos, Tánger se localiza en el Estrecho de Gibraltar. Es la actual capital de la región Tánger-Tetuán. Pero Tánger está retratada, gráfica y literariamente como una ciudad mágica, como un espacio independiente. ¿Dónde se localiza el encanto y la magia de Tánger? ¿Hay algún lugar concreto que defina la ciudad? Tánger es la ubicación, ese lugar de geografía mítica, de geo-mitología entre dos mares, Atlántico y Mediterráneo; entre dos continentes, África y Europa… con muchas culturas ancestrales alrededor: hay sedimentos hebreos, de cuando su expulsión de los reinos de Castilla y Aragón.

Es una ciudad fea incluso. ¿Cómo es que una ciudad que no es más bonita que Casablanca, por ejemplo, tiene un punto tan mágico y tan especial? ¿Por la historia? Su historia ya pasó. Ahora es una ciudad muy marroquí... sin embargo, mantiene ese punto que haría que la mayoría de los que allí vivieron, que ahora viven en otros países, volverían a la ciudad. Porque algo pasaba en la ciudad que les encantaba en aquellos tiempos. Es lo que conforma su historia mágica, creada por la política, creada por la situación internacional. Porque la magia se crea por accidente, si entendemos por accidente histórico y social su situación geográfica y ser objeto del deseo de los gobiernos de muchos países.


Zoco Chico,1881

Un poco de historia

En la historia documentada de Tánger, el califa andalusí Abderramán III tuvo bajo su dominio a Tánger, Ceuta y Melilla. Las ciudades siguieron bajo control árabe hasta el reinado de Hisham III. Desde el año 1026 perteneció a la taifa de Málaga. En aquellos años Tánger recibía el sobrenombre de “La blanca”.

Codiciada por todos, en el año 1437 fracasa una expedición portuguesa de conquista de Enrique el Navegante. En 1464, durante el reinado de Alfonso V de Portugal, una flota portuguesa, al mando de Luis Méndez de Vasconcellos intenta hacerse con la ciudad. Los portugueses tendrán que esperar hasta el 28 de agosto del 1471 para tomar y ocupar la ciudad, que quedará bajo dominio de Portugal y España hasta el año 1661. Los portugueses se aliaron con Inglaterra, casando en 1661 a la infanta Catalina de Braganza con Carlos II de Inglaterra. Tánger formaba parte de la dote de la novia. El monarca inglés declaró en el Parlamento: “La adquisición de Tánger debe ser contemplada como una joya de incalculable valor para la corona británica”.

En el año 1679 el sultán Ismaíl intenta conquistar la ciudad. Bloquea Tánger hasta que consigue la retirada inglesa el 6 de febrero de 1684. Antes de irse, los británicos arrasan la ciudad y el puerto. El sultán ordena reconstruir la ciudad –la población no superaba los 5.000 habitantes–, que no se recuperará hasta los inicios del siglo XIX.

El Estrecho de Gibraltar, en el siglo XVIII, tenía un gran valor estratégico por ser la entrada atlántica al Mediterráneo. Los países más importantes de Europa y occidente pondrán sus ojos en la costa norte de África, en su parte occidental. En 1786 Tánger será la capital diplomática de Marruecos. En la ciudad se instalarán el consulado de España, y la primera delegación en el exterior de los Estados Unidos (1797). En 1821 el sultán Sulaymán obsequia a los gobiernos de EEUU el edificio de la embajada (bombardeado años después por los franceses, en 1844).

Las tensiones políticas en Europa y los nacionalismos, el asentamiento de los totalitarismos, provocarán escaladas bélicas enfundadas en nacionalismos. África será la gran colonia de las potencias europeas: Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica… se repartirán unos terrenos, fabricando países. La ubicación de Tánger convierten la ciudad en un importante centro comercial para Marruecos y en el centro de la diplomacia europea. En año 1905 el káiser Guillermo II se pronuncia por la continuidad de la independencia marroquí: provoca una crisis internacional.

En el siglo XX todos los ojos de las potencias europeas y occidentales estaban puestos en Tánger. Y no estaban dispuestos a que estuviera bajo el control político y comercial de Marruecos. En 1925, Bélgica, España, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Portugal, Reino unido y la URSS acuerdan en la Conferencia de Algeciras el condominio sobre la ciudad, que pasará a ser “Zona Internacional de Tánger”. Desde el 14 de junio de 1940, día en el que las tropas nazis ocuparon París, y hasta 1945 la ciudad fue ocupada por tropas enviadas por Franco. La ocupación no fue aceptada por ningún país, excepción de la Alemania nazi. Cuando el Ejército aliado avanzó hacia Alemania, el ejército de Franco se retira y declara a Tánger ciudad abierta.


Puesto de fruta en uno de los zocos de la ciudad

Refugio de artistas e intelectuales

Durante veinte años, entre 1940 y 1960, la ciudad era una zona internacional, refugio de escritores, intelectuales, artistas… zona de juergas y excesos sexuales de millonarios excéntricos, mapa de agentes secretos, zoco de timadores, bolsa de especuladores y estafadores, hotel de los amantes de la buena vida… Tánger era como una potente bombilla que atraía a todo tipo de criaturas nocturnas

Aseguran que Truman Capote dijo que “Ante la Acrópolis, algunos se sienten en estado de sabiduría; ante san Pedro de Roma, otros llegan al estado de gracia; y ante el zoco chico de Tánger, todos se sienten en estado de libertad”. Cierta o falsa, la frase es una aproximación al ambiente libre de una ciudad libre y multicultural, donde han convivido sin mezclarse judíos, musulmanes y cristianos.

Tánger ha sido el pequeño gran oasis de libertad absoluta de artistas, escritores e intelectuales; aunque entendiendo su libertad como un modo de vida fácil y barato. Eran los amos: podían conseguir drogas y alcohol sin límite, a bajo precio; podían tener sexo con niños y niñas, por muy poco dinero, sin que nadie les afeara su comportamiento. Allí se movían a sus anchas Paul y Jane Bowles, William Burroughs, Jack Kerouac, Truman Capote, Tennessee Williams, Barbara Haton, Jean Genet, Francis Bacon, Brion Gysin, Patricia Highsmith… pese a que provocó algunas crisis de identidad, los distintos grupos sociales disfrutaron de una vida fácil y barata y nunca se interesaron por los problemas de los marroquíes. Les eran ajenos a sus intereses intelectuales o emocionales.

Entre todos aquellos escritores e intelectuales de cultura sajona y lengua inglesa que hicieron de Tánger un mito universal, destaca Paul Bowles que, en 1947, se instaló en la ciudad con su mujer, Jane Auer, luego Jane Bowles, escritora bisexual que acabaría encerrada en un hospital psiquiátrico de Málaga, donde fallecería quince años después de su ingreso. Y en Marruecos Bowles ambientó la mayor parte de sus narraciones, a partir de “El cielo protector” (1949). Sus memorias “Without Stopping” (1972) fueron muy impactantes por su crudeza y falta de pudor. Y tradujo por amistad, como si hubiera contraído alguna deuda moral “El pan desnudo” (1973), del hispanista y escritor marroquí Mohamed Chukri, un relato biográfico durísimo de su vida: la obra estuvo prohibida hasta el año 2000, por sus descripciones de prostitución infantil, por mostrar el odio de su padre, un alcohólico violento, hacia su familia, por narrar los abusos sexuales que sufrió… Chukri, dotado de un extraordinario talento natural, tradujo al árabe a Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio y Manuel Machado, Vicente Aleixandre, García Lorca.

En Tánger también se enseñoreaba la glamurosa “Gay Society”, con entera libertad, sin disimulos, disfrutando de sexo barato con menores, con sus grandes nombres: Visconti, Tennesee Williams, Truman Capote… También pasaron por la ciudad destacados miembros de la Generación Beat: William Burrough, Allen Ginsberg, Jack Keruac… adictos a las drogas, especialmente el “majoun” marroquí.

Artísticamente Delacroix convirtió la ciudad en parada obligatoria para los pintores que buscaban luz y colores. No faltaron españoles, como Mariano Fortuny, autor de “Zoco de Tánger”, que se conserva en la Hispanic Society of America (NuevaYork); ni impresionistas franceses, como Matisse, que siempre se hospedaba en el Hotel Villa de France. También se acercó el pintor californiano Richard Diebenkon. La luz y el color de la ciudad han sido siempre irresistibles.

El fin del estatus especial de Tánger finalizó en 1956, con la independencia de Marruecos. Francia devuelve los territorios ocupados a Marruecos y Tánger iniciará un proceso de anexión que culminará el 18 de abril de 1960. Sorprendentemente un año después, en 1961, se edifica la catedral de Tánger: quería simbolizar la presencia de la España franquista en el norte de África y de la misión católica franciscana.

Teatro Cervantes

Abundantes huellas españolas

Tánger ha estado históricamente unida a España, desde el periodo árabe-musulmán, en el siglo VIII. Era un puerto comercial, una entrada a África, a unos pocos kilómetros de las costas meridionales hispánicas. Era el enlace entre las culturas europea y del norte africano, representado por las tribus rifeñas.
Entre los espacios míticos de Tánger: la gruta de Hércules, el Café Hafa, la Plaza de Toros, El Teatro Cervantes… Las gruta de Hércules, a cinco kilómetros del Cabo Espartel, a 17 kilómetros del centro de la ciudad, son una capricho de la naturaleza. En la zona hay ruinas de época romana. El Café Hafa, construido en 1921, en una enclave natural cercano al barrio de Marshan, en la bahía de la ciudad, tiene las terrazas escalonadas con vistas al Estrecho de Gibraltar. Era el lugar de los escritores, intelectuales y artistas de todos los países. El cantautor español Luis Eduardo Aute, tras pasar por el Hafa compuso una canción con su nombre.

El Teatro Cervantes, el más grande de África en su tiempo, inaugurado en 1913. La ciudad tenía entonces unos 50 mil habitantes (más de 10 mil españoles). La huella hispana se veía en todos los rincones, incluidos comercios y restaurantes… el español predominaba sobre otras lenguas. El Cervantes, el mayor coliseo del África de Norte, emblema y manifestación del esplendor colonial español, será el punto de encuentro de la colonia española, en la que hay nombres propios: Eduardo Haro Tecglen, Juanita Narboni, Ángel Vázquez, Diego Jiménez… En el escenario del teatro actuaron desde Caruso hasta Imperio Argentina, Miguel de Molina, Concha Piquer, Juanito Valderrama, Manolo Caracol, Antonio Machín… El testimonio de Juanito Valderrama, recogido en Carta de España número 630 (septiembre del 2007), página 35, es contundente: “Cuando yo canté en aquel teatro maravilloso, Tánger no era ni España, como Tetuán; ni Francia, como Casablanca. Allí se hablaban todas las lenguas y se practicaban todas las religiones. Tenía todas las atracciones del mundo y la mayoría actuaban en el Teatro Cervantes”.

España abandonaría Tánger, cuando Marruecos se independiza. La España franquista no quiso volver a saber nada de la ciudad, dejando que el tiempo desvaneciera las huellas de la presencia hispánica. Francia e Inglaterra mantendrán su presencia, su cultura. Luego, el monarca alauita Hassan II, tratando de borrar las huellas occidentales, repoblaría la ciudad con marroquíes procedentes del sur, ajenos a la cultura de la ciudad. La ciudad, desde entonces, crecerá, se extenderá y llegará a tener más de dos millones de habitantes.

En Tánger se llegaron a editar hasta tres diarios españoles “El Porvenir”, “África” y “España” (entre 1938 y 1967). El periodista Eduardo Haro Tecglen fue redactor-jefe del diario “África”, en 1946; y director de España, en 1967. Hay que añadir que también se editaron revistas españolas como “La Crónica”, “Democracia”, “Diario de Tánger”, “Presente”… Tal profusión de medios da una idea de la magnitud de la presencia de España en la ciudad, donde un buen puñado de escritores y artistas hispano-tangerinos o españoles ligados a Tánger realizaron su trabajo: José Hernández, pintor; Diego Galán, guionista y crítico de Cine; Eduardo Haro Tecglen, periodista; José Ramón da Costa, cineasta… más Alberto Gómez-Font, Isabella Degioanni, Emilio Sanz de Soto, Pepe Carleton… para todos ellos, Tánger era otro rincón andalusí de España. Significaba la luz, el color, la libertad, en unos años de plomo en la metrópoli.

Pablo Torres
Fotos: Mínimo Producciones

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