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Cultura de emergencia
PanoramaJóvenes refugiados de Ucrania y estudiantes de artes escénicas representan “El paso a través del mar de las sirenas”, un proyecto teatral y musical de Ópera sin fronteras
“El mundo se puede cambiar a través de la ópera, de las artes escénicas” se atreve a decir Paco Azorín, reconocido director de escena, escenógrafo, productor y académico español. Una reflexión que empezó en un viaje. La Odisea es una aventura escrita hace más de 2.500 años. Ese interminable recorrido de Ulises de retorno a su patria, bien podría ser una metáfora de la búsqueda constante de una tierra en la que millones de desplazados puedan tener una vida digna, un hogar. Inevitable epopeya de la existencia humana. Tan vigente y actual como la historia que le relató Ksenia Guinea, a Carlos Martos, coreógrafo, director de movimiento y vicepresidente de Ópera sin Fronteras. La actriz y creadora escénica afincada en Madrid propuso idear un proyecto para la generación más joven de Ucrania. “Cualquier persona con un vínculo con Ucrania, sea desde fuera o desde dentro de su territorio, vive atravesada por esta guerra, y por extensión, por este éxodo. Diría que más allá del término de refugiado en sí, hablamos de niñas y niños, indistintamente de su procedencia o de su historia vital.”
Esa travesía transita en una huida constante de desafíos. De aquel relato extenuante Azorín tuvo la percepción de “la Odisea de fondo que es el inmigrante, la gente que está perdida en el viaje en búsqueda de su patria o de regreso” . Su ONG “Ópera sin Fronteras” tiene el propósito de hacer llegar la ópera a todos aquellos colectivos que tradicionalmente han sido excluidos de ella con el fin de visibilizar sus conflictos a través del teatro lírico.
Paco Azorín
Esa reflexión sobre la naturaleza de la odisea personal, el viaje y la búsqueda de una identidad que poner en el mapa les llevó a poner en pie un proyecto cultural entre diez jóvenes refugiados ucranianos del centro de recepción, atención y derivación (CREADE) de Madrid y estudiantes de artes escénicas. Todos con edades comprendidas entre los 7 y 21 años. El taller de teatro y música en torno a La Odisea de Homero y el viaje de Ulises de retorno a Ítaca proponía entre los participantes “reflexionar sobre las ideas de travesía, dignidad o identidad”. Un recorrido físico y humano. Un alegato incompleto del que tuvo que terminar todo para volver a empezar.
Representar “El paso a través del mar de las sirenas” no sólo supuso visibilizar la integración de los refugiados en nuestra sociedad a través de las artes escénicas. Más que el resultado el proceso fue increíble. Por unas horas se olvidaron lo que para un joven refugiado en fase 0 ( acaban de perder todo y habían llegado una semana antes a España) supone una guerra. Rápidamente entendieron que el teatro es un juego en estado puro. Al final hicimos una puesta en escena en dos semanas muy humilde pero catártica, sanadora”. La experiencia le ha servido a Azorín para aprender de la fortaleza e integridad de unos niños para salir de la autocomplacencia. Para reafirmarse que el arte es transformador porque es capaz de generar una utopía. “Una vez que terminas con este proyecto tienes un sentimiento de abandono”. Que no de vacío, porque el trabajo solidario de Ópera sin Fronteras continúa.
ENTREVISTA KSENIA GUINEA. ACTRIZ, CREADORA Y PRODUCTORA
“EL TEATRO PUEDE SER UNA HERRAMIENTA PODEROSA PARA ACERCAR REALIDADES, DESDE OTRA SENSIBILIDAD DISTINTA A LA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN”
KSENIA GUINEA CON CARTA DE ESPAÑA
“La vida es imposible sin ilusiones” ( Ortega y Gasset) La frase se mantiene inalterable para Ksenia. Sabe que no es contumaz, por eso la defiende y profesa. “Me defino como una persona trabajadora y resiliente”. Su biografía así está escrita. Actriz, creadora y productora. Ha trabajado en el Centro Dramático Nacional, Teatro de la Abadía, Sala Cuarta Pared, Festival Santiago Off (Chile) o Colony Theatre (Miami, USA)…
Interpretar, actuar o leer nos permite vivir otras vidas. Pero ninguna como “El paso a través del mar de las sirenas”. Un proyecto en el que trabajó con niñas, niños y jóvenes de Ucrania y de Madrid para “abrazar la diversidad cultural del país de origen y el de la ciudad de acogida.” La distancia que separa a Madrid de Kiev es de 3.635 km. Una larga travesía. “Dicen, que todo cambia, cuando dejas atrás la alerta constante de las sirenas que avisan de un nuevo peligro. Supongo, entonces, que Ucrania sería el mar; pero cuando llegan a tierra firme en Europa, Ítaca aún queda muy lejos”, reflexiona interiorizando el sufrimiento de todos ellos con argumentos lingüísticos y culturales.
El propósito del proyecto por encima de reconocer capacidades interpretativas ha sido la integración de estos jóvenes en una sociedad a través de las artes escénicas, ¿cómo fue ese proceso?
Creo que sería más preciso hablar del acercamiento de una realidad para contribuir a que la sociedad de acogida sea la que justamente integre mejor la diversidad; que comprendamos mejor las circunstancias y rompamos así con los posibles estereotipos y prejuicios. Y para ello, el teatro, es un vehículo maravilloso. Es una manera de enseñarles que aquí hay personas buenas que les van a tender la mano, que no están solas y solos, y que eso les permita vencer la timidez, las circunstancias de lo vivido y lanzarse a la vida y a las oportunidades que les pueda brindar sin miedo. Y alentarlos a todos a vivir su vida, y construir su futuro desde la valentía. Es darles valor.
¿Qué mensajes a la sociedad se han querido transmitir con este proyecto?
Hablando por mí, diría que confío mucho en la bondad, en la empatía , en el sentido de lo colectivo, en el respeto y en la solidaridad. Está en manos de todas y todos cambiar para bien nuestro entorno. Cada pequeño granito contribuye y es enorme si modifica para bien, aunque sea un poco, la circunstancia de alguien. Eso ya es enorme.
Por otro lado, si proyectos como Ópera Sin Fronteras tuvieran más financiación, si fuera más sencillo contar con el apoyo de las instituciones, a nivel económico o de infraestructura, se podría llegar a muchas más personas.
De familia madrileña, vasca, rusa y ucraniana. ¿Esta diversidad de orígenes te ha marcado tu identidad artística?
Los sinónimos de la palabra “identidad" que más me gustan son: coincidencia, personalidad y afinidad. Así, coincidió que he crecido y he formado mi personalidad aquí en Madrid. Mi familia tiene orígenes e historias vitales muy diversas, por lo que siento afinidad con personas, culturas y situaciones distintas. Todo esto, ha marcado mi sensibilidad de siempre y aún más ahora, desde la guerra en Ucrania. Han sido dos años de mucho dolor, pero también de grandes lecciones de humanidad, que espero llevar conmigo siempre como persona y como creadora.
Leí en una de tus entrevistas que tu carrera en España empezó intentando encajar en un prototipo de actriz que no era ni el de española ni en el de actriz rusa. (Alguien le dijo: eres como una Miss CCCP, ni de aquí ni de allí) ¿Esa percepción ha cambiado?
Bueno, creo que las hijas e hijos de migrantes, especialmente si son considerados migrantes económicos, muchas veces nos sentimos en tierra de nadie. Ni de aquí, ni de ahí. Y esto, se percibe de una manera muy clara también en la industria del cine y del teatro. Lo considero un buen reflejo de cuánto queda por hacer socialmente, en relación a la diversidad, equidad e inclusión.
He crecido en el ambiente de mi familia española (de Madrid y de Vitoria) por parte de mi padre adoptivo, y el de mi madre (nacida en Rusia, emigrada durante la URSS a Ucrania, y emigrada tras la Perestroika a España). Y a pesar de haberme criado en este entorno, de haber ido aquí al cole y de haberme constituido aquí como persona; aún así, a veces, me sorprenden elogios absurdos como el de lo bien que hablo castellano, cuando es mi primer idioma. Por lo general, cuando me tratan de una manera diferente por mi aspecto o por lo que pone en mis documentos, no me resulta agradable. Un buen ejemplo, a menudo, cuando presento mi documento de identidad para algún trámite, directamente dan por hecho (de una manera totalmente innecesaria) que mi nacionalidad española se debe a que me he casado. Es decir, que a los estigmas que aún quedan entorno al hecho de ser de origen migrante, se suma, además, el de ser una mujer migrante….
“Aunque queda mucho por hacer” desliza como mensaje reconocible
Siento que en los últimos años, vamos a mejor, hay iniciativas maravillosas para dar más espacio a la equidad y a la diversidad en España, también en el sector de la interpretación. Como THE BLACK VIEW (Plataforma comunicativa sobre la diversidad étnica y racial en el ámbito artístico en España), en colaboración con APDICE (Asociación Profesional de Dirección de Casting de España), o la labor tan extensa y amplia de CONVIVE de la Fundación CEPAIM.
Ojalá que llegue un momento, en el que lleguemos a una situación genuinamente igualitaria, yo quiero creer que sí.
Miss CCCP refleja la migración vista desde una oportunidad mientras que muchos países la rechazan abiertamente. ¿Tu experiencia personal se pudo ver identificada así?
Miss CCCP es una pieza de teatro, compuesta por tres actos, construidos por las voces de las entrevistas a mujeres vinculadas con la URSS y que han vivido una situación de migración.
Representan a tres generaciones: la de mi abuela, nacida en la frontera de Rusia con China y emigrada al sur de Ucrania, la de mi madre, que después emigró de nuevo a España, y mi propia experiencia, como hija y nieta de ellas. Lo que no sabía en ese momento, es que mi abuela rusa, acabaría falleciendo en el Hospital de la Princesa de Madrid, como refugiada ucraniana, dos años después.
Si te soy sincera, aún no se muy bien cómo colocar todos estos pedacitos de mí, pero a día de hoy, trato de abrazarlos con cariño. Ya no tengo un lugar al que volver ni en Moscú, ni en Zaporishia (Ucrania), pero regresar de vez en cuando a nuestro pueblo en Álava, también me calienta el corazón.
Los tres actos de la obra Mis CCCP “Unión de República Socialistas Soviéticas” llevan como títulos, respectivamente, ‘ADN’, ‘Memoria’ y ‘Testimonio’. Trasladados a tu persona, ¿Qué significan cada uno de ellos?
Hay un fragmento de esa pieza que habla de que las personas que han vivido la experiencia de la URSS, tienen una mirada distinta, y que la generación de las hijas e hijos, la reconocemos enseguida. Ahora, a esto, debo añadir que me cruzo a diario en el metro con miradas, principalmente de mujeres, en los que veo el reflejo de lo que han debido suponer estos dos años ya de guerra, porque lo he visto en la mirada de mi madre o en la de mis tíos que están ahora en España, que han podido salir de ahí.
En estos tiempos convulsos y de guerra. ¿qué puede hacer un arma como la palabra y el teatro en el conflicto entre Rusia y Ucrania?
Diría que el teatro puede ser una herramienta poderosa para acercar realidades, desde otra sensibilidad distinta a la de los medios de comunicación. Ojalá que pueda servir para generar una mayor empatía hacia las personas que sufren en sus carnes la violencia y la barbarie de cualquier guerra y violación de los derechos humanos que sucede a día de hoy.
¿Qué reflexión personal y colectiva buscas en Borsh?
Ahora mismo, estoy inmersa en la re-escritura de mi segunda pieza, se llama BORSCH. Recientemente, he tomado la decisión de posponer su estreno, que estaba previsto para mayo en el Teatro Fernán Gómez. No ha sido nada fácil, pero creo que ha sido la decisión acertada. Espero tenerla lista y con una nueva fecha pronto. Trata de borsch, la sopa más consumida de Europa del Este, Rusia inclusive, recientemente nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como plato ucraniano. Me gustaría, acercar al público, a través de la gastronomía, la realidad de este éxodo en toda su complejidad y diversidad cultural que ha marcado a Ucrania, tanto como a la sopa o a mí misma.
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