Bebé, una dama viajera

Bebé, una dama viajera Memoria Gráfica

Gracias a una exposición fotográfica, a un libro de Charo Alonso y a una película firmada por Basilio Martin Patino, se ha rescatado del olvido la original figura de Inés Luna Terrero, una mujer que vivió a medio camino entre los mundanos salones de la Belle Époque y los solitarios encinares de la antigua Vetonia

Nacida en Bagneres de Luchon (Francia) el 2 de Julio de 1885, hija única del empresario Carlos Luna y de la terrateniente Inés Terrero, heredó de sus antecesores los apellidos ilustres y un grandioso patrimonio, que le permitió alternar la vida rural en la finca familiar de El Cuartón (Traguntía) con frecuentes viajes a Madrid, Francia, Inglaterra, Italia e incluso África.

Fotos del álbum de Ines Luna Terrero

Admirada por unos y vilipendiada por otros, su extravagante forma de vida suponía un choque frontal con las rancias costumbres de la los lugareños de Vitigudino durante la primera mitad del siglo XX. Como señala su biógrafo, Salvador Llopis, era aficionada a las fiestas, vestía con pantalón, fumaba tabaco y otras hierbas, se bañaba o montaba acaballo desnuda, practicaba el rito maronita y gustaba portar armas de fuego, pero también hablaba siete idiomas, tocaba el arpa, conducía su propio coche, contaba con la inseparable compañía de una “miss” inglesa y su pasión por el ganado bravo la llevó a formar varias ganaderías y acoger en sus tientas a algunos toreros famosos de la época.

Fotos del álbum de Ines Luna Terrero

El propio palacete del Cuartón era vivo reflejo de su existencia transgresora, burguesa y cosmopolita: rodeado de jardines, con varios cuartos de baño, esculturas de mármol, tapices italianos y alfombras de pieles exóticas, muebles traídos en sus viajes, cuadros de renombrados pintores, lámparas de Venecia, piscina, capilla de estilo bizantino y, cosa inaudita para el lugar y los tiempos, luz eléctrica.

Fotos del álbum de Ines Luna Terrero

En todas las páginas que protagoniza Inés Luna, capítulo aparte merece su vida amorosa, pero como de estos temas suele ser más lo que la imaginación presta a la lengua del chismoso que lo que la verdad de los hechos da a la pluma del cronista lo mejor, como decía el filósofo, es callar, al menos para esta memoria gráfica.

A su muerte, el 8 de febrero de 1953 en Barcelona, a donde había acudido a tratarse de un cáncer de mama, sin testamento y sin herederos directos, el Estado se hizo cargo de sus bienes y se creó con ellos una Fundación Benéfica que se denominó Fundación Inés Luna Terrero, dedicada hoy a actividades benéficas y sociales.

Fotos del álbum de Ines Luna Terrero

Los restos de Bebé, apodo con el que era conocida en la comarca Inés Luna, reposan en una capilla de Vitigudino, de una de cuyas monjas era gran amiga de la singular dama, cuyo fantasma, dicen en la zona, todavía recorre los predios y las salas de su querido Cuartón, igual que el grito de “Rosebud” todavía resuena en el castillo del ciudadano Kane. O al menos así nos lo cuenta Martín Patino en “Espejos en la niebla”.

J. Rodher
Fotos del Álbum de Inés Luna Terrero. Fundación Inés Luna Terrero. Archivo Histórico Provincial de Salamanca

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NIPO: 121-21-001-7

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