bifaz “Excalibur”

Atapuerca, cuna de los primeros europeos

Cultura y Sociedad

El yacimiento, localizado a unos 15 kilómetros al Este de Burgos, proporciona los datos más antiguos, hasta ahora conocidos, sobre la especie humana

La Sierra de Atapuerca es un conjunto montañoso que se localiza al norte de la población de Ibeas de Juarrós (Burgos). Se extiende de noroeste a sudeste, entre los sistemas montañosos de la cordillera cantábrica y el sistema Ibérico. Ha sido declarado espacio de Interés Natural, Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad por los excepcionales hallazgos arqueológicos y paleontológicos que conserva en su interior. Destacan los testimonios fósiles de, al menos, cuatro especies distintas de homínidos: homo sapiens, de la sima del Elefante, Homo antecesor, homo heidelbergensis y Homo sapiens.

El lugar está limitado por el río Arlanzón, al Sur; río Vena, al Norte; y sierra de la Demanda, una estribación del sistema ibérico, al Este. Forma parte del corredor de la Bureba, histórico paso entre el valle del Ebro y la cuenca del Duero. Una de las principales calzadas romanas pasaba por Ibeas de Juarrós, al igual que el Camino de Santiago, en la Edad Media. Orográficamente es una formación media, con una cota máxima de 1.079 metros sobre el nivel del mar, en la cumbre de San Vicente. La vegetación del terreno está formada por encinas, quejigales y monte bajo de aulagas, romero, espliego, tomillo y salvia. El corredor de la Bureba ha sido utilizado por los humanos y por la fauna y flora en sus expansiones. La presencia humana continuada, determinada por la fertilidad de las tierras y la abundancia de recursos, está documentada, por restos fosilizados, desde hace más de 800.000 años.


Cráneo número 5, “Miguelón”, hallado en 1992 en la Sima de los Huesos (Foto: Gonzalo Santiago. MEH)

El ferrocarril minero

A finales del XIX se construyó un trazado de ferrocarril desde la sierra de la Demanda hasta Burgos, para enlazar con el trazado Burgos-Bilbao. Las siderurgias vascas requerían hierro y carbón. La sierra de la Demanda tenía minas potenciales de hierro y hulla. En 1896 se inició la construcción del ferrocarril, desde Monterrubio de la Demanda y Villafría. Los 65 kilómetros se finalizaron en 1901, cinco años después de su inicio. El trayecto inicialmente no atravesaba la sierra de Atapuerca: sin embargo, el trazado cortaba, por su lado suroeste, una profunda trinchera de 500 metros y una profundidad de 20 metros. El desfiladero atravesó numerosas cuevas llenas de huesos e industria lítica (entonces nadie reparó en ello), exponiéndolos a la luz, mostrando su estratificación.

Hacia 1910 la línea férrea dejó de funcionar. En 1917 quebró y desapareció la sociedad Vasco-Castellana. Todavía quedan puentes, taludes y estaciones de aquel ferrocarril. En 1950 se aprovecharon las trincheras del ferrocarril como cantera: destruyeron parte de los yacimientos.


Los cráneos facilitan mucha información (Fotos: Susana Santamaría. Fundación Atapuerca)

Campañas

Francisco Jordá Cerdá, en 1964, inició las primeras excavaciones. Ocho años después el grupo espeleológico Edelweiss descubre la Galería del Sílex, que conservaba restos de rituales funerarios y pinturas de la Edad del Bronce. En 1973 J.M. Apellániz inicia campañas de excavación en el portalón de la Cueva Mayor, completando un total de once.

En 1980 se inician las excavaciones en la Galería y cuatro años después en la Sima de los Huesos. En 1990 la dirección de las excavaciones pasa al equipo formado por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. Desde entonces se han encontrado instrumentos líticos del Paleolítico inferior arcaico, los más primitivos, en la base de la gran dolina, datados hace unos 900.000 años. En 1992 se encuentran varios cráneos en la Sima de los Huesos, entre ellos el cráneo nº 5, bautizado como “Miguelón”, en honor al ciclista Miguel Induráin. El yacimiento, por su importancia científica, es imprescindible en los estudios de la evolución humana.


Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología, director de las excavaciones de Atapuerca

Arsuaga

Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954) es paleoantropólogo, doctor en Ciencias Biológicas y catedrático de Paleontología en la Facultad de Ciencias Geológicas, de la Universidad Complutense de Madrid. Es también el director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos. Ejerce como profesor visitante del Departamento de Antropología de la University College of London.

Su interés por la prehistoria se inicia en su juventud, con la lectura del libro “La Guerre du feu”, de J.H. Rosny y de sus visitas a excavaciones cerca de Bilbao. Y desde que se hizo cargo de la dirección de las excavaciones de Atapuerca, ya como un científico formado, los hallazgos han sido espectaculares, especialmente los restos de un nuevo homínido, el “Homo antecesor”, que vivió en esta zona de la península hace 900 mil años.

Juan Luis Arsuaga, que actualmente tiene 63 años, llegó a los yacimientos de Atapuerca hacia 1977, cuando realizaba su tesis sobre la pelvis, un tema de vital importancia para entender la evolución de los hombres, porque la cadera tiene que ver con el canal del parto, con el sexo y con la forma de andar. A partir de la pelvis se puede reconstruir la historia de la anatomía humana.


Excavación (Foto: Susana Santamaría. Fundación Atapuerca)

Arsuaga es un personaje singular, con combinado de sabiduría, curiosidad y sentido del humor. Él mismo se define como un personaje barojiano: “Mi filosofía de la vida es la contradicción. Soy como Baroja: si hace falta, voy contra todo y contra todos. Siempre estoy al lado de quien lo tiene más difícil, siempre con la minoría. Es una cuestión de carácter, de moral, de decencia”.

Esa característica barojiana, nacida de la lectura de toda la obra de Pío Baroja, le hacen decir: “Podría ser uno de sus personajes: un tipo raro que se dedica a excavar, capaz de discutir sobre Dios con todo el que se encuentra". Hay un personaje de Baroja que dice: “Yo soy libre, todo lo libre que puedo. Tengo claro que hay muchas aventuras por vivir. Y como decía don Quijote: mi descanso es pelear”.

Juan Luis Arsuaga tiene claro que Atapuerca es muy importante porque es un lugar con muchas ventanas a la historia de la humanidad: “Los yacimientos de Atapuerca tienen un registro que abarca más de un millón de años, desde los hombres más primitivos a la Edad Media. No hay en el mundo otro yacimiento similar. Atapuerca no es sólo la “Sima de los Huesos”. En la “Gran Dolina hemos hallado desde restos del Homo antecesor hasta una moneda de oro de los califas”.
Los trabajos más inmediatos se centrarán en la Sima del Elefante, donde creen que encontrarán restos de hace un millón y medio de años. La cueva originará trabajo para muchas generaciones de investigadores.

Los hallazgos en excavaciones de los equipos que dirige Arsuaga, le hacen preguntarse al paleoantropólogo no tanto por el origen del hombre, como por el papel que los humanos desempeñan en el planeta: “Sabemos muchas cosas de la evolución del hombre, pero seguimos sin saber qué hacemos aquí. Lo dicen todas las religiones desde hace siglos: no somos eternos. El día menos pensado te mueres. Está en la Biblia: no sabrás en qué hora ni en qué momento”. Arsuaga se pregunta entonces por los motivos que nos llevan a acumular riqueza, olvidándonos de dejar un mundo mejor: “Sólo las rocas permanecen” –asegura–.


Una de las vitrinas del Museo de la Evolución Humana (Foto: Santiago Gonzalo. MEH)

Años importantes

Los años 1994 y 1995 son importantes para Atapuerca: se encuentran herramientas del Paleolítico inferior arcaico junto a restos humanos, todos datados hace unos 800.000 años. Confirman presencia humana muy antigua en Europa. En 1996 se analizan marcas en los huesos, que indican un canibalismo ritual –es la referencia más antigua de Europa sobre el canibalismo–. Se inician las excavaciones en la Sima del Elefante

Las excavaciones de 1997 descubrirán restos de seres humanos que vivieron hace 800.000 años, configurando una nueva especie humana llamada “Homo antecesor”, un antepasado del Homo sapiens emigrado desde África. Los hallazgos son los restos humanos más antiguos de Europa occidental –antes sólo se habían encontrado restos en el Cáucaso, pertenecientes al Homo ergaster, que llegó a Europa hace unos 1,6 millones de años–. Las investigaciones reciben varios premios prestigiosos.

En 1998 se confirma que los restos de la Sima de los Huesos pertenecen a seres humanos que, además de tener capacidad de abstracción y simbología, plantean cuestiones místicas. Lo confirma una herramienta bifaz sin utilizar, realizada con un material llamado “excalibur”, una cuarcita, como posible homenaje a algún miembro allí enterrado.

En 1999 se inician excavaciones en la Cueva de El Mirador. Un año después, Atapuerca recibe la calificación de Patrimonio de la Humanidad, a la vez que, en la Sima del Elefante, se encuentran restos de utensilios líticos que datan de hace un millón de años. Se retoman las excavaciones del Portalón de la Cueva Mayor. Ese año se inician también las prospecciones en el entorno de la Sierra de Atapuerca, con el descubrimiento –hasta el año 2007– de cerca de 200 sitios arqueológicos al aire libre, de los periodos Pleistoceno y Holoceno. La Gran Dolina daría una nueva especie de oso de las cavernas: ursus doliensis.


Visitantes del Museo de la Evolución Humana, viendo una reconstrucción

Museo de la Evolución Humana

Se creó para que se pudieran ver los resultados de los hallazgos en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, junto con las disciplinas científicas que intervienen y las interpretaciones y teorías científicas que se extraen. También pretenden ofrecer una visión holística de la presencia humana en la tierra.

El Museo de la Evolución Humana no es sólo un centro de exhibición. Es un espacio divulgativo de primer orden, atractivo para todo tipo de personas, dotado de una arquitectura espectacular, simbólica: una museografía acorde con los inicios del siglo XXI para ser un referente nacional e internacional en el que se plantean los grandes temas que tiene que ver con el pasado de los humanos como especie. No es, por tanto, un museo de los antepasados del hombre: es una reflexión sobre el homo sapiens, especie dotada de capacidad para modificar el planeta.

El Museo ofrece ver piezas, restos humanos del Homo antecesor, que tienen una antigüedad datada hace 900 mil años; ver imágenes de la excavación en el yacimiento “Gran Dolina; ver la reconstrucción de los hombres más primitivos que habitaron la península ibérica, no muy diferentes a los hombres actuales; ver el bifaz “Excalibur”, un hacha de mano de cuarcita, símbolo de la inteligencia; ver el trabajo que se hace en los laboratorios, para completar los trabajos de campo; ver cómo era y cómo vivía el “Homo Heidelbergis”, que vivió hace medio millón de años en Europa; contemplar el cráneo (reconstruido con más de 200 piezas) y la pelvis de “Miguelón”, que han facilitado tanta información a los científicos; y adentrarse en la “Beagle”, bergantín en el que Charles Darwin viajó hasta las Islas Galápagos.

Los yacimientos de Atapuerca sacan a la luz el pasado más antiguo del ser humano, como especie; aunque ahora mismo seamos incapaces de predecir el futuro, salvo que la el 90 por ciento de la humanidad vivirá en grandes ciudades. Podremos conocer más de nuestro pasado, explicar páginas de la historia de los homínidos más primitivos; aunque nadie, hasta ahora, ha acertado en sus predicciones futuras. En la historia del desarrollo humano, cuando una especie es capaz de alterar cualquier hábitat, nadie sabe hacia dónde evolucionaremos

Pablo Torres 

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