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Antonio Najarro: “En España todavía no somos conscientes del valor que tenemos con la danza española” Españoles en el Mundo
Miguel Nuñez entrevista a Antonio Najarro, bailarín y coreógrafo. Najarro reconoce no poder emigrar "porque los mejores bailarines de danza española están aquí” y reclama "lo que tendría que ocurrir aquí es lo que pasa en Rusia, donde el ballet está en la naturalidad del país”.
“La danza no se ha inventado para que lo baile un señor muy bonito, guapo y delgado” declaró el bailarín Antonio Gades en 1984. Reclamaba que todo el mundo tenía derecho a danzar. Aunque lo difícil fuese dar sentido y estilo a la sobriedad, las caderas quietas, el baile asentado y pastueño o el giro de las muñecas. En Antonio Ruiz Soler – considerado entre los cinco mejores bailarines del mundo- la personalidad tenía más importancia que la técnica. “La mayoría de los artistas buenos son bajitos” presumía para explicar ese duende que le permitía bailar muy rápido y llegar muy pronto al suelo.
Foto de Roberto Sastre
El día que le preguntaron quién podría ser su sucesor reconoció que “todos tenemos uno porque el arte nunca tiene límites”. Era 1973 y otro Antonio, Najarro, aún no había nacido. Ahora es el principal exponente de cómo recrear la tradición para revolucionar de nuevo la danza española. Un proceso creativo definido por la autenticidad, el físico y la elegancia. Y una puesta en escena donde el espacio y la escenografía crean un ámbito de perpetua metamorfosis.
Con ocho años bailaba en la Feria de Málaga, a los quince actuó en la ópera Carmen en Bregenz (Austria) ante 4.000 personas. Con veintidós ingresa en el Ballet Nacional de España (BNE), de la que más tarde – 2011 a 2019- fue director.
Acaba de coreografiar el tema principal de la última película de animación de Disney, “Wish”. Viaje a Chicago para acompañar a la compañía de danza Ensemble Español. Estreno de “Querencia” en Buenos Aires. Una semana de actuaciones en la Wels National Ópera de Cardiff. Así terminan dos meses en la vida de Antonio Najarro. “Claro que me siento un embajador de la cultura española, porque cuando ponemos un espectáculo en pie fuera de España estoy representando a mi país”, comparte orgulloso.
Termina una jornada de ocho horas de pie, muchas frente al espejo, de puntillas, entre pliés y relevés. Y que terminará con el lenguaje corporal de la capa española y las castañuelas. No quedan más sacrificios.
El mayor sacrificio que tiene la danza es el llegar a ser consciente que nada se consigue de un dia para otro. Todo es a base de mucha repetición y constancia, y en el momento que dejas de serlo se desarma todo lo que has hecho anteriormente… a no ser que tengas un talento innato para no necesitarla. En la televisión, por ejemplo, hay muchos realitys relacionados con la danza que dan a entender que en dos meses te haces bailarín, y no es así.
La historia de la danza ha sido tradicionalmente una disciplina inexplorada por los investigadores de nuestro país. Tal vez motivado por diferentes factores como la ausencia de estudios específicos de la historia de la Danza en las universidades españolas. ¿Sigue siendo la realidad actual?
Para mí la danza es una disciplina que te permite expresarte a través del movimiento, que emociona y que la única desventaja que tiene es que tu propio cuerpo es tu instrumento de trabajo.
En mi caso he reivindicado que se conozca. Siempre he sido un obsesionado de la comunicación. Tenemos un problema en el sector de la danza y es que al ser una disciplina tan exigente que necesita de mucha dedicación es muy difícil que un artista de la danza tenga tiempo de cultivar su tiempo en cómo puedo comunicar la danza más allá de bailar o coreografiar.
Antonio Gades fue considerado por muchos como visagra entre el flamenco antiguo y el contemporáneo. ¿Cuál crees que es tu aportación?
(medita la respuesta) Por lo que leo y hablan de mí, me consideran una persona que está abriendo las puertas de la danza española. Creo que la gente ve en mí a una persona sin miedo a asumir nuevos retos como puede ser adaptar el flamenco, la danza, a la natación sincronizada, el patinaje artístico sobre hielo, la moda española, el cine. Intento dar visibilidad a la danza a través de otras vertientes porque considero que únicamente un espectáculo en un escenario no es suficiente para dar visibilidad.
¿Qué motiva a un artista, coreógrafo y bailarín a apostar por una evolución de la danza estilizada y el flamenco hacia formas más contemporáneas?
En ni caso no he querido hacer nada diferente ni hacer evolucionar nada, simplemente he creado. Nunca diré que la danza hay que cambiarla, simplemente tiene que ser actual. La danza española de por sí tiene una valía tremenda, auténtica, única y consumida en todo el mundo. Sólo hay que ponerla en 2023 con la estética y técnica de hoy para hacerla evolucionar de una manera natural, no forzada.
Querencia es la inclinación o tendencia de las personas a volver al sitio en que se han criado. También es el nombre de uno de tus espectáculos más reconocidos internacionalmente. ¿Qué viejas creencias sobre la danza de antaño quedan desterradas?
Es una representación absoluta de lo que es nuestra tradición en la danza española, orígenes e historia presentada de una manera actual. Cualquier persona que vea Querencia se va a sentir identificada no sólo por elementos tradicionales como la capa española, el sombrero cordobés, el mantón de manila o la bata de cola, también por el vestuario, la estética o la música para orquesta sinfónica.
Entre 2011 y 2019 fuiste director del Ballet Nacional de España. ¿Cómo valoras esa etapa?
Mi experiencia al frente del Ballet Nacional de España me consumió la vida. Mi cabeza llegó un momento que dejó de estar en lo artístico, gestionando problemas de todo tipo, y eso que hicimos muchas cosas pero a base de estar el 95% de mi vida en el Ballet Nacional. Con todo, fue también una etapa enriquecedora en la que aprendí mucho. Vinieron muchos coreógrafos, hicimos programas nuevos, el primer libro de danza española para niños, acción social con personas con discapacidad, Alzheimer, Parkinson.
Foto del bailarín realizada por Javier Naval
¿Cómo se ve la imagen fuera de nuestra país de la danza española y cuál es la esencia que la diferencia del resto?
Fuera de nuestro país se ve como algo que no es solo una representación folclórica muy respetada sino que hay detrás una grandísima técnica, una transmisión de emociones que no la encuentran en otras expresiones artísticas. Tenemos una danza única pero no sabemos cómo darla más a conocer. Y eso que se vuelven locos por nuestros espectáculos. Estuve con el Ballet Nacional en Argentina y estaba todo vendido. Conocen mucho mejor la danza española que aquí. Después de un espectáculo siempre me ofrezco para charlar y tener un feedback con el público. ¡No puedes imaginar las preguntas, el interés, conocimiento que tienen en Japón de nuestra danza¡Podriamos estar todo un año representando fuera de España.
Lo que tendría que ocurrir aquí es lo que pasa en Rusia, donde el ballet está en la naturalidad del país. Tienen tres programas de danza en la televisión pública, muchos concursos, y las familias enteras van al teatro a ver danza como el que va al cine a ver una película de Disney.
Danza fuera de España
¿Has tenido la sensación en algún momento de sentirte obligado, empujado a emigrar?
Si, pero no por no sentirme reconocido. Creo que en España todavía no somos conscientes del valor que tenemos con la danza española y hace que no pongamos los recursos que necesita la conservación y su evolución. Yo no puedo emigrar porque los mejores bailarines de danza española están aquí. Si me dedicara a otro tipo de danza es muy probable que no estuviera en España, estaría en Europa o Estados Unidos, porque el apoyo que tiene es muchísimo mayor.
En una de las entrevistas que hiciste en el programa de televisión “Un país en danza” a Eva Yerbabuena ( nacida en Alemania, hija de emigrantes) comentabas que el arte no conoce de fronteras y que se puede entender igual en cualquier idioma.
Totalmente. La emoción no entiende de idiomas, ideología o gastronomía, ya sea en Japón, China o Canadá. Y la danza española bien hecha emociona. En países árabes, por ejemplo, sí nos adaptamos a que las bailarinas no puedan ir en tirante y debas de cubrir los brazos. Es inevitable que conciba los espectáculos de manera comercial para que sea viable en todo el mundo.
No sé si algo tiene que ver en que haya muchos bailarines que deciden irse fuera de nuestro país, ¿te suscita más pena que orgullo, cómo las interpretas?
Me da mucha pena. Tenemos primeras figuras de grandes ballets internacionales que tendrían que estar aquí, pero falta infraestructura. No entiendo que nuestro país deje ir a estas estrellas. En otros lugares cuando ven que alguien tiene talento te absorben para que potencies tu país, ya seas médico, científico, investigador…España los deja marchar.
¿No es suficiente ser el país que más exporta cultura en relación a la danza?
No sólo hay que exportar sino que hay que mimarla. Deberíamos tener un teatro donde todo el año se estuviese programando las mejores compañías de danza, y que el público de todo el mundo viniera a Madrid, Barcelona o cualquier otra ciudad a ver danza como ocurre en Londres con los musicales. Se tendría que venir aquí a consumirla ya no sólo en los tablaos, que me parecen maravillosos, también en los teatros. Nos falta concienciación.
¿Es el bailarín español el más preparado y completo del mundo?
Por supuesto, porque tiene que defender muchos estilos de danza diferentes y tener una preparación física, psicológica y artística que no se exige en ningún otro estilo de danza que no sea la española. Por ejemplo, para formar parte de mi compañía tiene que tener una preparación máxima en ballet clásico, calzarse alpargatas, ponerse botas, zapatos y bailar flamenco como el que más, tocar las castañuelas, mover la capa española, poseer una serie de conocimientos que no se exigen en otros estilos.
Le proponemos una curiosa rueda de reconocimiento sobre tres bailarines cualquiera. Sin verles la cara, sólo observando el cuerpo y los movimientos ¿serías capaz de saber quién es un bailarín español?
Es un poco complicado, pero por ejemplo, el bailarín de ballet clásico siempre trabaja la musculatura a lo largo, más estilizado. En cambio en danza española, siendo también estilizada, el bailarín tiene una musculatura más voluminosa porque al zapatear hace un ejercicio de energía hacia la tierra que el bailarín de ballet clásico no hace. Te cambia bastante la musculatura.
Terapia y Deporte
Te he oído hablar de llevar la danza a todos los ámbitos. ¿Entre esas nuevas esferas esta su uso como una terapia para gestionar las emociones, los sentimientos, las relaciones sociales o laborales?
Es un proyecto que surgió hace dos años llamado “Danza y Empresa” con el que a través del Ballet Nacional de España (BNE) invitamos a grandes empresas para intentar avanzar en lo que aquí no existe y que en Estados Unidos está muy explotado, que es el mecenazgo. Con esta experiencia nos dimos cuenta que en el ámbito empresarial se podría gestionar la explotación positiva de los equipos utilizando la emoción y la sensibilidad a través de la danza. Lo que hacemos es dar conferencias a las mejores empresas mundiales mostrando cuál ha sido mi plan de dirección, la gestión del talento como puede ser el Ballet Nacional de España, el liderazgo, las claves para la excelencia … les transmito que los bailarines somos una mezcla entre deporte, teatro y emoción.
Siempre dispuesto a explorar asumiendo el riesgo, ¿qué sentido tenía proyectar la danza y complementarla en las rutinas coreografiadas de los campeones del mundo de patinaje artístico?
En el año 2000 la pareja francesa Marina Anissina y Gwendal Peizerat eran los campeones del mundo de patinaje artístico sobre hielo. En dos años se presentaban a sus últimos Juegos Olímpicos de Salt Lake City. Querían hacer un programa de flamenco sobre hielo. Mi impresión al ver esta disciplina es que faltaba algo más del lado artístico, y curiosamente esta pareja vio mis trabajos y contacto conmigo. Durante dos años estuve viajando a Lyon trabajando en un estudio como si fueran bailarines, olvidándose de los patines para hacerles sentir la energía de zapatear, las miradas, los golpes de cabeza, movimientos de manos, todo muy detallado. Cuando nos fuimos al hielo al principio fue un caos porque tenían unas mecánicas muy adquiridas como el posicionamiento para hacer una pirueta. Mi obsesión era conseguir que fueran bailarines reales sobre el hielo, no deportistas. Conseguir que zapatearan con las cuchillas sobre el hielo impactó a todo el mundo. Al final alcanzaron la medalla de oro con una malagueña ( un palo flamenco muy tradicional) Desde ese momento me llamaron patinadores campeones del Mundo como Víktorovich Pliúshchenko, Stéphane Lambiel o Javier Fernández. Anteriormente eran los propios patinadores los que creaban los programas.
Vosotros sois artistas de tierra y las nadadoras son deportistas de agua ¿no fue más difícil aún conjugar la danza, el flamenco con la natación sincronizada?
(risas) ¿Sabes una de las cosas que más me han aportado estas experiencias? Yo siempre he creado con un frente que ha sido el teatro, el pensar una coreografía para un público que está en 180 grados me aporta muchísimo. Lo más difícil de trabajar la rutina “highlight” ( modalidad que combina acrobacia con elementos espectaculares) con el equipo nacional de natación sincronizada fue crear una coreografía que no fuese de cuerpo completo como en la danza,ya que en un momento las nadadoras están en el agua de cintura para arriba y luego sumergidas al revés, con lo que primero trabajas los brazos y cabeza y después las piernas.
Entrevista y foto portada: Miguel Núñez Bello
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