NIPO: 121-21-001-7
Playa de Mañón
Pero para fortuna de viajeros y curiosos, Bares y su entorno es mucho más que el cabo más prominente de la Península Ibérica. Con La Estaca como marco de fondo, se dibuja en la ensenada el pueblecito, bello y muy marinero, cuyo puerto fue en siglos pasados lugar de recalada obligatoria para barcos ingleses e irlandeses en su tránsito de ida y vuelta al continente.
El senderista sin miedo a enredarse los pies en los tojos y dispuesto a escudriñar los acantilados, se tropezará pronto con la famosa “herba namoreira” que en Bares se presenta en una variedad roja casi imposible de hallar en otros rincones de la cornisa cantábrica. Y, al lado de la hierba de enamorar crecen libres el espárrago salvaje y el helecho, que alcanzan su esplendor en la primavera.
Aldea de Negradas
Pero si la flora no es especialmente abundante, la fauna es generosa con un cabo donde prolifera la robaliza o lubina, la barbada, el sargo, pero sobre todo ese crustáceo hermafrodita que se autofecunda y cuyas larvas son arrastradas por la corriente hasta que consiguen aferrarse a una roca, a base de sus pedúnculos. Hablamos, naturalmente, del percebe.
Entre tojos y helechos deambulan también reptiles como la víbora, sobrevuelan gaviotas, petirrojos, mirlos y gorriones, mientras en los acantilados nidifican cormoranes y halcones peregrinos, y es que gracias a su ubicación, La Estaca constituye una etapa obligatoria para centenares de aves migratorias como las alcatraces, los págalos y las pardelas. Por eso, no es de extrañar que la Xunta de Galicia haya decidido construir, en las proximidades de lo que fue la base americana, un Observatorio Ornitológico que recibe al año la visita de gran número de especialistas en la materia.
Vila de Bares
Pero ¿qué sería de La Estaca de Bares sin su famoso faro? ¿Y sin su farero? Eugenio Linares Guallart, el último farero de Bares, el hombre que conoce los más recónditos secretos de una torre-faro de origen pre-romano que se inauguró en su versión moderna en 1950, nos ofrece un bello y documentado paseo por los orígenes, los restos arqueológicos submarinos y las espléndidas fauna y flora del cabo. Desde aquí recomendamos la lectura de su libro “Estaca de Bares: un paseo por sus piedras”.
P.Z.
Fotos: Iain Colquhoun