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Vista nocturna de Montreal
La presencia española en Canadá es tan temprana que se remonta al siglo XVI, cuando pescadores y cazadores de ballenas vascos comenzaron a faenar en aguas de Terranova. Más tarde, en la época del Virreinato colonial, varias expediciones salieron desde los puertos de la costa mexicana del Pacífico para proteger California de los ataques rusos y británicos. Sin embargo, en los años de la emigración en masa, el número de españoles con destino a Canadá no fue elevado, pues las preferencias de los emigrantes se dirigían a los países hispanohablantes y con cadenas migratorias consolidadas.
Pero en 1957, hace ahora 60 años, se juntaron, como en el refrán que relaciona el hambre con las ganas de comer, dos circunstancias que favorecieron un repunte de la emigración a Canadá. Las ganas de comer las ponían los mozos agricultores del campo español y la política de fomento de la emigración del gobierno franquista y el hambre la ponía la necesidad de mano de obra y de población joven d casi despoblado país norteamericano. Fruto de este encuentro de intereses, la Embajada de Canadá y el Instituto Español de Emigración (IEE), con la colaboración de otros organismos como el Servicio Nacional de Encuadramiento y Colocación, pusieron en marcha la primera operación de emigración asistida, la “Operación Bisonte”, dirigida a matrimonios “rurales jóvenes” procedentes de diferentes provincias españolas con destino a zonas agrícolas de la provincia de Québec. Un simple bando del alguacil del ayuntamiento de muchos pueblos de Aragón, Navarra, Galicia o Castilla impulsó a muchas parejas jóvenes que no veían futuro en su pueblo a emprender la odisea migratoria prácticamente a ciegas y a cruzar el océano en busca de una nueva vida.
Los primeros expedicionarios en Barajas, 12 de mayo de 1957. Foto cortesía de Elvira Sánchez y Álvaro Iritia
La "Operación Bisonte" llevó a 110 matrimonios (260 personas en total) a trabajar en granjas de los alrededores de Montreal, Québec, lo que constituye una excepción al modelo migratorio español, pues la mayoría de los emigrantes españoles se dedicaron al trabajo industrial y se integraron en la vida urbana canadiense. A esta primera iniciativa siguió la “Operación Alce”, en junio del mismo año, que llevó a un puñado de mozos solteros a trabajar en compañías ferroviarias canadienses, y a ésta otra organizada en 1960 por la Comisión Católica de Emigración Española, que llevó a 50 mujeres solteras a trabajar en el servicio doméstico.
Trabajar en el ferrocarril fue el destino de los emigrantes de la “Operación Alce”
El éxito de todas estas operaciones motivó un éxodo continuo aunque limitado en el número de emigrantes hacia Ontario y Quebec durante los siguientes veinte años, hasta 1977, año a partir del cual desciende de forma notoria la emigración a Canadá.
Entre 1958 e 1963, la “Operación Canguro” llevó también a un nutrido grupo de trabajadores agrícolas a Queensland, en Australia, con un formato migratorio similar al acordado con las autoridades canadienses
J. Rodher
Para saber más:
A inmigración española en Canadá: unha visión de conxunto. Antonio Cazorla e Adrián Schubert. Estudios migratorios, nº 10, 2000. Consello da Cultura Galega.
La operación Bisonte. Emeren García. Revista Agramar, número 3