NIPO: 121-21-001-7
El inclasificable film de Cuerda transcurre en un peculiar pueblo de la Mancha profunda cuyos habitantes se han acostumbrado a vivir entre apariciones, vecinos que levitan, novias apasionadas que arrancan de la tierra a sus amados de cuajo, un negro discriminado pero imprescindible y empeñado en recuperar sus raíces africanas (masai), estudiantes norteamericanos perdidos y confundidos, sonámbulos adolescentes, una meretriz elegida democráticamente por las propias mujeres del lugar, un escritor argentino que plagia a Faulkner, un cura que oficia la misa como si de una estrella del rock se tratase y que es aplaudido por toda la parroquia en el momento de la elevación de la Sagrada Forma, un guardia civil obcecado con las puestas de sol, y todo esto y más, mucho más, es lo que se encuentra un profesor universitario en año sabático que recorre el mundo acompañado de su padre en una moto con sidecar.
Es en este escenario casi macondiano donde José Luis Cuerda, guionista y director, sitúa las cámaras para retratar la febril actuación de un soberbio elenco de actores, capitaneados por Saza, Ovidi Montllor, Manuel Aleixandre, Cassen, Chus Lampreave, y Aurora Bautista, entre otros, que aceptan e interpretan su papel en completo estado de gracia. Así, las escenas y secuencias mas hilarantes y surrealistas se van filmando apenas sin solución de continuidad hasta conformar un fresco indescifrable que, si bien al principio pasó un tanto inadvertido, ha ido mejorando con el tiempo como los buenos vinos, hasta ponerse a la altura de películas de culto como “Bienvenido Míster Marshal” de Berlanga, o “Atraco a las tres”, de José María Forqué.
Pero, además de pasajes inolvidables, “Amanece, que no es poco” es un hervidero de frases inolvidables que comprende desde el “me cago en el misterio” con que el jefe de la Casa Cuartel de la Guardia Civil saluda a la salida del sol que pone fin a la cinta, hasta el impagable diálogo en la cama entre padre e hijo, encarnados por Ciges y Resines, y que inicia el padre preguntando- “Supongo que me respetarás, ¿eh Teodoro?” –“Pero ¿qué guarradas está Usted pensando, padre? Pregunta a su vez el hijo profesor, que recibe por respuesta: “- Déjate, déjate, que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama, ¿eh?”.
P.Z.
Fotos: Filmoteca Nacional